Cap. 9 "Después del 4, viene él"

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Cuatro horas de viaje en total. Todo para estar una hora y poco en el Volcán del carbón. Y encima, Rojo se negó a escucharlos.

Al llegar a la playa, vieron a Trix sentado sobre unas rocas esperando su llegada.

-¡Anda! ¡Estáis vivos! Y no os falta ninguna parte. O Rojo estaba de buen humor o habéis tenido mucha suerte-
Trix bajó de las rocas y se puso frente a Vilks.

Cuando se percató de su gran herida en el hocico, su sonrisa se desvaneció de golpe. Entonces vió el timón y el suelo del barco manchados de sangre.

-Llévate a las chicas a la cabaña. Yo me quedaré a limpiar esto-

-Pero, Vilks, estás herido...-

-¡Estoy bien! Llévate a las Surix a casa-

Rena y Poppy salieron del barco y siguieron a Trix. No les hacía nada de gracia dejar a Vilks solo. Por muy controlada que tuviera la hemorragia, podría volver a abrirse en cualquier momento por un mal movimiento.

Gracias a un cubo que llenó de agua y a un trapo viejo que había en el barco, Vilks pudo empezar a limpiar su sangre. El agua, inicialmente transparente, se iba contaminando con el color rojo.

Las patas de Vilks también se tiñeron de rojo, pero ya llevaban manchadas de sangre desde hace mucho tiempo ¿Verdad?

Vilks se miró las patas y automáticamente fue transportado a aquel recuerdo que tanto temía revivir.

Estaba tan metido en su ataque de pánico que no se dio cuenta de que cayó de rodillas al suelo del muelle. Temblaba, sus pupilas encogieron, y para colmo, por el constante temblor de su hocico, la herida se volvió a abrir.

-¡Vilks! Ayuda- Escuchó a Trix en la lejanía.

-No, otra vez no. No dejaré que pase otra vez ¡No!-

Vilks corrió por uno de los pasillos de tierra hasta llegar a un intercambiador que conectaba con muchos otros túneles.

Allí, en el centro, estaban Trix y una figura dorada que Vilks no llegaba a reconocer.
Trix estaba en el suelo, herido, abrazando a la figura dorada.

-¡Vilks! ¿Dónde estás?-

Al intentar pasar al intercambiador, un campo de fuerza imaginario impedía a Vilks avanzar, a pesar de sus intentos.

-No... ¡No! ¡Trix, sal de ahí!-

Los golpes no parecían romper la barrera. La sala, comenzó a llenarse de suricatos, topos y perritos de las praderas. Eran cientos, que seguían entrando hasta que llegó un punto en el que Vilks ya no podía ver a Trix.

-¡Vilks! ¡Viiiiiiiilkss!-

-Vilks, Vilks ¡Vilks! Reacciona, vamos-

Ficción y realidad hay veces que son difíciles de diferenciar. Gracias a las sacudidas de Trix, el trance en el que se encontraba Vilks se fue desvaneciendo.

Sus pupilas volvieron a un tamaño normal, y su respiración se reguló hasta seguir un ritmo más calmado.

Levantó la cabeza y miró directamente a los ojos de Trix.

-¿Trix? ¿De verdad eres tú?-

-Si si, soy yo. Anda vamos. Tengo que curarte esa herida, que por algo he estudiado magia. Y no te preocupes por el barco. Está a punto te llover. Seguro que se limpia un poco-

Trix ayudó al gran y pesado lobo a levantarse. Como no dejaba de temblar, también le ayudó a andar sujetando su espalda y agarrándole la pata.

Mientras cruzaban el bosque, escucharon relámpagos y sintieron como el viento se hacia cada vez más fuerte.

La perla de la pazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora