Caro y Rojo llegaron a unas islas grises que estarían completamente vacías de no ser por una gigantesca cascada que se metía bajo tierra por un agujero profundo rodeado de rocas. Habían llegado a Drakonia, el verdadero paradero oculto de los dragones.
Rojo se bajó de la espalda del dragón.
-Espera aquí- Le ordenó Caro.
Bajó volando por la cascada y atravesó el agua en un punto muy concreto. Voló por un agujero hasta llegar al centro de la tierra. Había dragones volando por todas partes: grandes, pequeños, de todos los colores, con cuernos, sin ellos...
La vegetación era abundante, de tonos morados y cian.
Al ver a Caro, todos se arrodillaron ante su guardián.
Una dragona de escamas celestes, bajó volando hasta donde estaba Caro.
-Caro, has vuelto. Menos mal que estás bien ¿Cómo ha ido?-
-Perla, necesito que vengas conmigo, creo que hay alguien a quien deberías ver, pero necesito que te tapes los ojos, es una sorpresa-
Los dos dragones salieron de la cueva. Caro guiando a la dragona para que no se chocase con nada. Al aterrizar, comenzó la magia.
Rojo comenzó a temblar. Se fue acercando lentamente a la dragona. Sus ojos se hicieron grandes y comenzaron a brillar con la hermosa luz anaranjada del atardecer.
-Caro, bobo ¿Cuánto tiempo más tengo que estar con los ojos cerrados?-
-Yo creo que puedes abrirlos ya-
Cuando los dos se miraron a los ojos después de tanto tiempo, resurgió el amor que se tenían. Daba igual cuantos años habían pasado, ellos seguían amándote.
-¿Rojo?-
-¡PERLA!-
El Gallo saltó y voló hasta la espalda de ella. Con sus diminutas alas, agarró la cara de la dragona y juntó su hocico con su pico.
-Hay Perla. No ha pasado un solo día en el que no pensara en ti. Mi amor siempre te ha pertenecido-
-Rojo. Mi amor. Ahora que estamos juntos ya no habrá nada que nos pueda separar de nuevo-
Rojo le lanzó una mirada de preocupación a Caro. Perla no pudo evitar sospechar algo.
-¿Qué? ¿Qué es lo que pasa? Chicos, no me asustéis así ¿Qué está pasando?-
-Yo se lo diré, Rojo. No te preocupes-
-Decirme ¿Qué? ¿Rojo?-
-Yo... Perla. Siempre te he amado solo a ti. Pero pase lo que pase ahora, lo único que me importa es que tú seas feliz. Por favor, jamás pierdas esa hermosa sonrisa, mi amor-
-¿Qué? Rojo ¿¡Qué está pasando!? ¿Qué...?-
-Perla. Ven conmigo-
Perla y Rojo se miraron. Por el estrés del momento, ni siquiera pudieron darse un beso. La dragona azul fue con el dragón azul marino tras unas rocas.
La reacción de Perla a la noticia fue la esperada. Le dio una torta a Caro y se fue llorando dentro de la cascada.
-Merecías mucho más que una torta, Caro-
-Lo sé-
El dragón y el gallo se sentaron a ver el atardecer entre las rocas de aquellas islas muertas. Aún les quedaban unas horas, pero ya no tenía sentido esperar más. A los dos les dolería demasiado. Preferían estar solos.
-Escucha Rojo. Siento mucho haberte apartado de Perla. Me ganaron los celos. Jamás llegué a comprender como ella podía quererte más a ti que a mí.
El día en que ordené a los dragones marcharse del volcán del carbón, ella no paró de llorar. Pensé que alejándola de ti conseguiría que me amara. Necesito saberlo ¿Qué veíais el uno al otro para quereros así?-
-Ay Caro... ni en 500 años has conseguido averiguar lo que es el amor. ¿Recuerdas cuando aún éramos jóvenes? El día en el que casi me conviertes en pollo frito compitiendo por el amor de Perla. Ella se puso delante, parando tus llamas. Cuando nos miramos, supe que estábamos destinados a amarnos por siempre. Y después pasó todo lo de la perla. Eras tú quien tenía que haber asistido a esa reunión Caro, no yo. Pero mi estupidez hizo que me llevará dos fragmentos de la perla, el fragmento verde y la perla del centro. Que estúpido fue por mi parte darle la perla como regalo a mi amada. Cuando os fuisteis sin decir a dónde, los guardianes pensamos que la pelea estaría incompleta por siempre. Y todo fue mi culpa-
-Los dos hicimos lo incorrecto-
-Aunque fue un gran alivio verte a ti y no a Perla. Pensé que era ella la guardiana y no tú-
-Sí, fue una suerte quitarle la perla. Mientras mis alas se rasgaban por mis esfuerzos de resistir la llamada, la perla no paraba de decirme que si me rehusaba a obedecer, le pasaría su custodia a otro. Fue mi temor por que fuera Perla la elegida lo que me hizo volar donde me indicaba. De haber sabido lo que era, te la habría devuelto. Aunque me alegro de no haberlo hecho. Si no, no estaríamos aquí hablando. Esos cuatro ¿Quienes eran?-
-¿Trix, Vilks, Rena y Poppy? ¡JA! Al parecer ahora son los héroes del mundo ¿Quién lo hubiera dicho? Tuvieron suerte de que no les matara antes ¡Jaja! Fue una sorpresa para todos ver a Vilks y a Trix juntos de nuevo. Cualquiera hubiera pensado que esos dos jamás volverían a estar juntos después de lo que les pasó. Supongo que supieron perdonar...-
-Si. La gente debería perdonarse más. Sobre todo si han pasado 500 años desde lo que les ocurrió. Rojo, no quiero vivir estos últimos momentos enfadado contigo-
-Yo tampoco-
Los dos amigos se lanzaron una sonrisa y Rojo comenzó a brillar.
-¿Crees que alguno de los guardianes esperará las ocho horas?- Preguntó el Gallo entre risas.
-Yo creo que todos han tenido suficiente. Yo desearía poder irme también. Pero, como sabes, los dragones vivimos hasta más de 1000 años. A mi todavía me queda un rato por aquí-
Rojo comenzó a brillar aún más fuerte.
-Cuidala. Y recuerda. Jamás podrás hacer que alguien te ame a la fuerza-
Y con los últimos rayos de sol ocultándose por la línea que separaba cielo y mar, el Gallo desapareció.
-Lo haré, amigo-
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La perla de la paz
FantasíaCuando alguien se enferma, lo más normal es ir al médico, pero ¿Y si te dicen que la única cura para lo que padeces es una perla quebrada cuyos trozos están repartidos por todo el mundo? Los dueños de los trozos de la perla se odian, la enfermedad s...