• Epilogo •

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Los años habían pasado rápidamente y Diego Martín, ahora un joven de 18 años, se había convertido en un hombre seguro y cariñoso, siempre llevando consigo el legado de su padre. Allison, aunque había envejecido con gracia y sabiduría, nunca había encontrado otro amor que llenara el vacío dejado por Barca. Su corazón siempre perteneció a él.

Un día, Diego Martín llegó a casa emocionado, deseando presentar a su novia a su madre. Allison estaba en la cocina preparando la cena cuando escuchó la puerta abrirse y los pasos de su hijo.

—¡Mamá! —llamó Diego Martín desde la entrada— Quiero que conozcas a alguien muy especial para mí.

Allison se volvió con una sonrisa, y su mirada se posó en una joven de pelo corto rubio y ojos azules que entraba tímidamente detrás de su hijo. La imagen le trajo recuerdos vívidos de la primera vez que conoció a Barca, llenándola de una mezcla de nostalgia y alegría.

—Hola, señora Allison —dijo la joven con una sonrisa nerviosa— Soy Isabel.

Allison se acercó, extendiendo la mano y luego abrazando a Isabel con calidez.

—Encantada de conocerte, Isabel —dijo Allison, con una sonrisa sincera— Cualquier persona que haga feliz a mi hijo es bienvenida en esta casa.

Durante la cena, la conversación fluyó con facilidad. Isabel resultó ser una joven encantadora, llena de vida y con una chispa en los ojos que recordaba a Allison su propia juventud. Diego Martín no dejaba de sonreír, claramente feliz de tener a su madre y a su novia juntas.

Después de la cena, mientras Isabel y Diego Martín recogían la mesa, Allison se quedó observándolos desde la distancia. Los recuerdos de su vida con Barca pasaron por su mente: los momentos felices, los desafíos, el amor incondicional. Ver a su hijo tan enamorado y feliz le daba una sensación de paz.

Esa noche, cuando Isabel se despidió y Diego Martín la acompañó hasta la puerta, Allison se quedó reflexionando en la sala de estar. Sabía que, aunque su vida había estado marcada por una gran pérdida, también había estado llena de amor y propósito. Su hijo era el reflejo de todo lo bueno que había compartido con Diego, y verlo feliz y enamorado le daba una inmensa satisfacción.

Al cabo de un rato, Diego Martín regresó y se sentó junto a su madre.

—Gracias por ser tan amable con Isabel, mamá —dijo, tomando la mano de Allison.

—Es un placer, hijo —respondió Allison, apretando su mano— Ella es maravillosa, y estoy feliz de verte tan contento.

Diego Martín sonrió y abrazó a su madre, un gesto que siempre había hecho desde niño. Allison cerró los ojos por un momento, sintiendo la presencia de Barca en ese abrazo.

—¿Sabes, mamá? —dijo Diego Martín, rompiendo el abrazo— Siempre me hablas de papá y de lo increíble que era. Espero poder ser la mitad del hombre que él fue.

Allison lo miró con lágrimas en los ojos, llenas de orgullo y amor.

—Ya lo eres, hijo. Ya lo eres.

Los dos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la compañía mutua. Aunque la vida había sido dura, también había sido generosa al permitirles construir una familia llena de amor y recuerdos. Y en esos momentos de tranquilidad y unión, Allison sabía que Barca siempre estaría con ellos, en espíritu y en corazón.

Allison observó a su hijo con una mezcla de orgullo y amor. Diego Martín no solo se parecía físicamente a su padre, sino que también había heredado su bondad, su determinación y su sentido del humor. Sabía que si Barca estuviera allí con ellos, estaría inmensamente orgulloso.

Starboy| barcagamer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora