Capítulo 13. El hombre que defiende.

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Martin aparece en la mansión tres semanas después de la muerte de Lucas, una de su nombramiento. Juanjo mentiría si dijera que eso no le sorprende más de lo que se imaginó – no esperaba que Martin se recuperara tan pronto de la partida de su padre o, más bien, que estuviese presentable en ese tiempo. Si a eso le agrega que Martin ahora es duque en toda la extensión de la palabra, veía muy difícil que todavía tuviese tiempo de darle clases a un joven que bien puede aprender de otra parte.

Aún así, está agradecido por ello. En tres meses, ha aprendido mucho más de alemán de lo que se pudo imaginar jamás; quizá tenga que ver con el hecho de que Martin es bueno en lo que hace, o que saca provecho de la actitud competitiva de Juanjo para tener calificaciones casi perfectas, o bien, tiene que ver con el hecho de que Juanjo en verdad disfruta de la compañía de Martin. No habían tenido comunicación alguna luego del nombramiento de Martin, ya que tanto Augustus como Selenele dijeron que sería bueno que le dieran un poco de espacio; al ser algo reciente su nuevo papel como duque, era más que claro que Martin estaría ocupado con otras responsabilidades mucho más que tratar de tener una vida social o impartirle clases a Juanjo; cosas relacionadas a la familia y el patrimonio, le había dicho su madre, mientras los tres tomaban té a la hora que acostumbraban.

Él esperaba que duraría un poco más tiempo, si es que ese era el caso, pero al escuchar el nombre de Martin salir de los labios de Richard no pudo hacer otra cosa más que la de admirar la fortaleza y confianza que Martin tenían en sí mismo para presentarse a tan poco tiempo de su pérdida trágica.

Los pasos que da para ir a la biblioteca son más rápidos de lo normal, a pesar de que trata de ocultarlo diciendo que no desea perder más tiempo para aprender el idioma. No quisiera que ahora que Martin es un duque se entretenga con otras cosas que no tienen importancia del todo en su nueva vida, o al menos la que Juanjo se imagina que tendrá. Cuando por fin llega a su destino y abre la puerta, sonriente, lo primero que se encuentra es a un Martin con ropa muy distinta a como estaba antes: ya no eran pantalones negros con clase, ni un saco del mismo color con un moño o una corbata alrededor de su cuello, una camisa blanca perfecta y abotonada tal y como debería de ser. Ahora, Juanjo veía que llevaba unas botas largas de montar, pantalón de un café algo oscuro, además de traer el chaleco que iba a juego con el color de su ropa, aunque debajo de éste podía entrever una camisa blanca como siempre. Su cabello estaba peinado a la perfección, no como antes que era algo despeinado o despreocupado; sus ojos eran más audaces, más inteligentes u observadores, con las manos colocadas detrás de su espalda en señal de espera.

Todo lo que Martin gritaba era clase, poder y autoridad, aunque una muy diferente a la que desprendían Lucas o Augustus – Martin se veía más bien como un ser benevolente, de mano justa, que sabía defender a aquellos que lo requerían pero que a su vez tenía el conocimiento suficiente como saber cuándo mentían y castigarlos de ser necesario. Desprende el aire de alguien con quien se puede hablar sin problema alguno a ser criticado o ignorado. Juanjo no puede reprimir el suspiro y mucho menos la sonrisa, aunque de eso no comenta nada más.

–Pensé que con tus nuevas responsabilidades no vendrías–le dice, algo dudoso, acercándose a él poco a poco–. Con todo esto que pasó llegué a creer que tendrías tu tiempo demasiado ocupado.

Martin le mira por largos segundos para después regresarle la sonrisa. Juanjo se permite suspirar ya que es ahí en donde el viejo Martin aparece a pesar de que su imagen trate de transmitir una imagen por completo diferente.

–Disculpa por faltar tres semanas–le contesta con toda la tranquilidad del mundo–. Como sabes, es algo ajeno a mí.

Hay cierto tono de tristeza en su voz que trata de opacar con una mueca de felicidad o de alivio en su rostro. Juanjo no se permite decirle algo, sólo le observa sin tratar de forzar el asunto, en especial porque desea que Martin le tenga la suficiente confianza como para hablar por sí mismo.

Violines bajo el agua  | JUANTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora