Violines bajo el agua | JUANTIN

Capítulo 26. Ese hombre, explorando

Siente que podría desmayarse en cualquier instante, o bien, salir corriendo para liberarse de la sofocación que siente en esos momentos. Los brazos de su madre le rodean con emoción mientras que él, aún tratando de asimilar las palabras que escuchó minuto atrás, no aparta sus ojos del rostro de Charlotte. Augustus ignora por completo esa demostración de cariño de parte de Selene, siempre continuando con las órdenes sobre los lugares en donde podrían poner las sillas, a qué orquesta contactar o inclusive qué flores acomodar.

Pero él en realidad tiene otros planes.

Se aparta con cuidado de Selene, quien de inmediato le observa con curiosidad; no lleva puesta ninguna expresión en su rostro, por completo absorto viendo a

Charlotte y su evidente rostro de culpabilidad – el nerviosismo mostrándose en su rostro quizás al darse cuenta de lo que él planeaba hacer.

–Necesito hablar con Charlotte–dice con seriedad. La emoción de su madre vuelve de inmediato.

–¡Claro que sí, hijo! –Selene se gira hacia Charlotte, sonriente–. ¡Cariño, ven aq – !

–No–Juanjo le interrumpe con rapidez, ganándose una mirada de duda de parte de ella. Inclusive Augustus volvió el interés a donde estaban–. A solas.

Justo en ese momento se escucha el gemido ahogado de Charlotte, cuando sus padres se quedan por completo callados al ver la falta de expresión en su rostro así como la seriedad en su voz. Él, en cambio, sigue incapaz de apartar sus ojos del rostro nervioso de Charlotte; no hay que ser un ser demasiado inteligente como para saber que, en caso de que esté embarazada, ese hijo no es suyo. No podría serlo – no cuando el único contacto que ha existido entre ellos es cuando se toman de las manos en público, cada que les toman alguna fotografía o cada que Charlotte tenía la costumbre de darle un beso en los labios.

Sin esperar la respuesta de alguien más, Juanjo camina con rapidez hacia ella y la toma del brazo, tratando de controlarse para no levantar sospechas entre Augustus o Selene, ni siquiera entre los empleados que se quedan observando la escena que sucede en plena sala. Charlotte abre la boca para hablar pero él le interrumpe.

–No–se adelanta.

Charlotte, temblorosa, aún así abre su boca para hablar.

–H–Juanjo–susurra–, espera –

–Aquí no, Charlotte.

El terror que siente recorrer su cuerpo es peor que cuando su padre le anunció que se casaría con ella. Mucho más grande cuando escuchó las palabras de Martin ese mismo día de la boda – incluso mayor que cuando Ruslana le mintió sobre una supuesta prometida de Martin, apenas unos meses atrás. El sentimiento apenas logra contenerlo en su cuerpo y, temeroso de que su rostro demuestre mucho más de lo que deseaba hacerlo, suelta un suspiro con pesadez a la vez que se masajea el puente de la nariz para controlarse lo más posible.

Cuando se gira hacia su madre, quien aún sigue en la puerta mirándolos con preocupación, Juanjo le da una de las más grandes sonrisas fingidas que le ha dado alguien; empieza a caminar y sabe que Charlotte le sigue, subiendo las escaleras para hablar en el lugar en donde no lo van a escuchar.

Sin embargo se detiene y, cuando va a mitad de camino, se dirige hacia Augustus una vez más. Su padre le mira desde abajo con todo rastro de felicidad eliminado de su rostro, al parecer poco contento de que él no haya mostrado la alegría que debería de sentir en momentos como ese. Se lame los labios antes de hablar, mirando de soslayo a Charlotte que apenas levanta la cara del suelo.

–¿Dónde está Thomas? –pregunta al aire.

En cuanto esas palabras salen de sus labios, los pocos empleados que se encontraban a la vista empezaron a caminar con rapidez, buscando a Thomas de inmediato. Juanjo esperó en completo silencio, sin más, con los pequeños gemidos de Charlotte llegando a sus oídos. Selene dio unos cuantos pasos hacia el frente con la duda plantada en su rostro pero él no le prestó la suficiente atención como para interesarse en ello.