Capítulo 14. El hombre que descansa.

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Londres, Inglaterra. Febrero de 1883.

En febrero Juanjo amaneció enfermo. De hecho la mayoría del tiempo estuvo en la cama como manera de reposo, luego de que Anne hiciera toda una escena dramática de cómo el simple resfriado podría empeorar con el paso del tiempo. Juanjo mentiría si dijera que su madre no le asustó, pero la verdad es que sí lo hizo – en especial porque casos como esos se han presentado por todo el país hasta el punto de convertirse en casi epidemia. Ni siquiera ellos, que viven en buena casa además de tener su propio médico de cabecera se salvan de lo terrible que son las enfermedades.

Sin embargo, recibió visitas cortas o unas cuantas cartas de parte de sus allegados más cercanos. Frank le visitó a pesar de que tuvo que sentarse a distancia considerable de él a petición de Juanjo, aunque se la pasaron de maravilla platicando de todas las cosas que sucedieron en la semana que no se vieron. Le comentó que compró un nuevo violín con asistencia de Martin, quien lo acompañó a seleccionarlo lo cual fue de gran ayuda para él.

John no fue, por lo que Juanjo sospechó que aún seguía enojado por estar de lado de Martin  aquél día de la feria. Martin le mandó una carta que al final resultaron ser tres – cada una de ellas escrita por los tres hermanos, y al final se dio cuenta de que le regalaron la edición especial de Le avventure di Pinocchio, la cual recién comenzó su nueva impresión en Italia. La carta de Martin le decía que, para su mala suerte, tan bella obra no la han pasado al inglés, pero sabía que Juanjo hablaba italiano por lo que no habría problema.

Juanjo no se dio el tiempo de leer el libro a pesar de que agradeció el gesto a los hermanos mandándoles flores con significados ocultos. No recibió alguna respuesta a ello, aunque no duda que Martin le hará algún comentario sobre el tema cuando lo viese el nuevo inicio de semana.

Martin no le dijo nada cuando lo vio, pero pudo notar cierto brillo en sus ojos, algo diferente a lo que estaba acostumbrado. No pudo descubrir cómo es que lo veía tan diferente, pero Juanjo le podía asegurar a la gente que ahí estaba; quizá seguía delirando de las secuelas de la enfermedad, quién sabe.

La semana de su festejo Martin no lo trató diferente a como se imaginó que lo haría – las lecciones de alemán inclusive fueron un poco agresivas y competitiva, llenas de piques, con cierto toque cómico en ello debido a los múltiples intentos fallidos de Juanjo para que Martin dijera o pronunciara alguna palabra de forma incorrecta. Todo terminó en completo fracaso, por su puesto. Martin siempre se lo hizo saber a su manera – con pequeñas carcajadas o algunas en verdad poco disimuladas, dándole entender a Juanjo que las cosas estaban bien entre ellos y que Martin había superado, por lo menos un poco, la muerte de Lucas.

Un miércoles, justo minutos luego de que Martin se haya marchado y él estaba a punto de sentarse en la biblioteca a repasar para la siguiente clase junto con alguna taza de té, lady Woothaund y lord Eagles llegaron a la mansión por sorpresa. O al menos para él, ya que su madre le comentó después que ya habían mandado a decir con uno de sus sirvientes que irían ese día. 

–Oh, mi adorable Juanjo–le dijo lady Woothaund con un beso en la mejilla–. ¡Tanto tiempo sin verte! ¡Mira qué muchacho tan más encantador!

La voz de lady Woothaund es algo chillona, pero por su suerte no habla demasiado fuerte como para que Juanjo haga alguna mueca de fastidio. Detrás de ella, lord Johnatan Eagles les mira con sus ojos grises, sin mencionar palabra alguna. Juanjo no se sorprende, ya que el tiempo que lleva conociendo a lord Eagles sabe que así es su personalidad. Demasiado seria, fría o distante para poder considerarlo un amigo o algo así.

Juanjo le dedica una sonrisa a lady Woothaund quien, por la expresión que tiene en su rostro, parece que tiene tantas cosas que contarle a Juanjo que ahora tendrá que fingir algún rostro de interés. Lo que le sucede a la mayoría de la gente no es de su agrado ni mucho menos.

Violines bajo el agua  | JUANTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora