Arco II Capítulo 18. Ese hombre, enamorado.

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Tuvo que pasar al menos una semana para que Juanjo se atreviera a hablar con Martin o verlo siquiera a la cara. En ese tiempo lo único que hizo se trató de mandarle una carta para cancelar las clases de alemán (en las cuales su padre no puso ningún pero) con el pretexto de que se enfermó y no le gustaría contagiarlo, además de querer enfocarse en otras cosas que tenía pendiente... que terminaron siendo sólo el salir con Charlotte o pasar más tiempo a solas con ella.

En esos días se dio cuenta de que no era tan insoportable como parecía, al menos no lo suficiente como para obligarlo a salir corriendo o a gritar como enloquecido al escuchar su voz; ambos tenían cosas en común o compartían algunas ideas, pero eso no significaba que Juanjo sentía algo hacia ella más allá que algo familiar. Era demasiado penoso y forzado para él el tener que tomarla de la mano o sonreírle siquiera, mucho más cuando nadie los estaba viendo y no tenía necesidad alguna de hacerlo. Mientras Charlotte y él paseaban por las calles aprovechando que eran el tema principal de todo el cuchicheo en Londres, los dos se encontraron a Ruslana paseando con Alex.

Se trató de una situación incómoda, en especial porque Alex le miraba a él como si supiera todo y Charlotte mostró una actitud inmadura hacia Ruslana cuando esta no hacía nada más que sonreír y felicitarlos por su futuro matrimonio. Si el tono de sarcasmo que notó en la voz de Ruslana fue su imaginación, no lo sabe; de lo que está seguro es del terrible sonrojo que apareció en sus mejillas cuando le preguntó si Frank ya había hablado con ella.

–Oh, por favor–le había dicho ella haciéndose la ofendida–. Deténgase, conde Goodshawn. ¿Cómo es que se enteró?

Recuerda que se sintió raro al tener ese trato con Ruslana pero era entendible.

Ahora era un hombre comprometido, la mujer con la que se casaría estaba frente a ellos y no había oportunidad de levantar rumores falsos, mucho menos después del error fatal que cometió Ross al decir cosas como su falsa atracción hacia Ruslana.

Esa vez sólo le sonrió con vergüenza mientras se encogía de hombros, todo bajo la atenta y a leguas protectora mirada de Alex y la expresión de Charlotte. Al final tuvo que soportar las insistencias de su prima, quien casi le ordenaba a gritos que le contaba ese gran secreto que a leguas se notaba que existía entre los dos; Juanjo se negó con todas sus fuerzas porque no eran sus asuntos, mucho menos su vida – además de que podría meter en problemas Ruslana o Frank si hablaba más de la cuenta, en especial porque Charlotte no es la persona más callada del universo, mucho menos cuando se trata de alguien que no es para nada de su agrado.

Después de eso la semana se pasó rápido, y el temido día en que vería a Martin luego de siete días llegó. Mentiría si dijera que no se veía nervioso, inquieto, deseoso de quedarse en cama hasta bien entrada la tarde o fingir que cayó enfermo, que era tan grave que el doctor de su familia tuvo que ir a visitarlo para darle reposo eterno o algo así. Pero ya era demasiado tarde.

Antes de que se diera cuenta, Richard ya estaba recibiendo a Martin en la entrada, quien venía tan pulcro y tranquilo como siempre que Juanjo tenía ganas de gritarle por su expresión.

Cuando le vio, no entendió cómo es que se mostró tan casual ante él a pesar de la situación que ambos vivieron hace poco más de una semana. Martin le saludó como cualquier otro día a pesar de que sus ojos se posaban más tiempo sobre él; Juanjo le observó desde arriba de las escaleras mientras Martin hacía lo mismo hacia él pero desde abajo, dirigiéndole un gracias a Richard cuando éste tomó su abrigo y sombrero para dejarlo en el perchero de la sala principal.

Juanjo no se atrevió a moverse de su lugar hasta que Martin le sonrió con tranquilidad, pero él sintió que sus mejillas se encendían con fuerza por esa simple acción, que su corazón latía más rápido y que por su cuerpo corría una descarga eléctrica como ninguna otra. 

Violines bajo el agua  | JUANTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora