Capítulo 7

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Eran pasadas las tres de la tarde, cuando Ryujin hacía su aparición por el piso diez.

Venía enfadada, se notaba de lejos que traía la vena del cuello palpitando de rabia.

Yeji la miró de reojo, la morena parecía un tren que arrasaría todo a su paso.

—¿Dónde está Felix?—preguntó bruscamente a su secretaria.

—Está en la oficina de la señorita Yuna. Ella llegó hace...

Ryujin la dejó hablando sola y caminó hasta la oficina de su hermana.

—Uyyyy—resopló Yeji por lo bajo—, Señor dame paciencia para aguantar a esta mujer. Mándale a la horma de su zapato para que lo ponga en vereda.

Yeji sacó una paleta dulce y se la metió en la boca para pasar el trago amargo.







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Ryujin abrió la puerta de la oficina de su hermana y la encontró hablando animadamente con su hijo.

—Yuna, ¿no dijiste que no vendrías hoy a la oficina?

—Se suponía que iba a estar todo el día en el puerto, pero al final me desocupé antes. Y a ti, ¿cómo te fue? Traes una cara.

Felix, viendo el ceño fruncido de su mamá, decidió salir de ahí y dejar a las adultas solas.

—Ni me lo recuerdes, vengo del almuerzo con el representante del banco.

—Sí, eso lo sé, por lo visto no te fue tan bien.

—Llegué al restaurante y me encuentro con que el represéntate del banco es una mujer. Una tal Park Rosé. No sé si Dean me está tomando el pelo o qué.

—¿Qué tiene que ver con que sea mujer Ryujin?—le dijo Yuna cruzándose de brazos y levantando el mentón, claramente ofuscada.

—Yuna, este es un negocio de millones de dólares, no puedo entregárselo a cualquier persona así como así. Tiene que hacerlo él mismo.

—Gracias por lo que me toca—dijo Yuna levantándose de su silla para encáralo.

—Tú eres la excepción Yuna. Haces las cosas que debes.

—¿Y por qué la señorita Giselle no puede ser la excepción también? No creo que Dean la dejara a cargo de algo tan importante si no estuviera capacitada.

—No sé, esto es algo serio. Le dejé la carpeta con la propuesta y me dijo que en unos días tendría noticias. Creo que no sabrá qué hacer con los papeles, ya veremos si sirve o no.

—Sabías que eres una maldita misógina, ¿verdad?

—No Yuna, eso no es verdad. Me encantan las mujeres, pero cuando es un negocio así de grande y me incumbe, lejos de ellos.

—Eres insoportable Ryujin ¿Y qué vas a hacer si la señorita Giselle te hace una buena oferta?

Ryujin miró a su hermana que estaba cada vez más enojada, en cualquier momento le tiraría algo por la cabeza.

Decidió alejarse un poco de ella por las dudas.

—De momento veremos la propuesta que nos hacen. Si me gusta firmo. Mandaré a Yeji a que lleve y traiga los papeles y saque las firmas que sean necesarias. Solo espero que todo esto salga bien y no me hagan perder ni tiempo, ni dinero.

SWEET YEJI - Ryeji Donde viven las historias. Descúbrelo ahora