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17: Esposo

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Aemma gritó tan fuerte que toda la Fortaleza Roja despertó.

El anuncio de su matrimonio se había propagado como la peste y todos en Westeros parecían aceptarlo con felicidad.

Aemma no pudo evitar odiarlo.

El rencor carcomía sus entrañas mientras esperaba por El Rey en el salón del Trono.

Parecía demente, cubierta de sangre, con heridas abiertas que sangraban cada que hacía un movimiento brusco, el cabello revuelto y el traje ceremonial aún colocado en su cuerpo.

—¡Por los dioses!—Gritó la Reina cuando atravesó la puerta, Aemma tembló antes de aferrarse a ella y estallar en un llanto nervioso.

—Mami.—Murmuró mientras era sostenida por la Reina Alicent, el Rey no dudó en acercarse a verificar su estaba bien.

—Estás sangrando, Aemma, ¿Que sucedió? ¿Dónde está tu esposo?

Aemma se separó de su madre para mirar al Rey.

—Fui traicionada, padre, me permitiste tomar Rocadragón, mi derecho...—Se le escapó un sollozo.—Y...

—¿Quién?

—Rhaenyra, el principe Daemon y...—Miró hacia el suelo avergonzada.—Lord Stark.

—No puede ser.—Jadeó Alicent a causa de la sorpresa.—¿Qué pasó?

—Traigan a los prisioneros.—Ordenó y fueron sus hermanos los que entraron con los culpables.

—Yo les he perdonado la vida, su majestad.—Dijo ella haciendo una reverencia debido a que ya no estaban solos.—Pero los traje a usted para que tome una decisión.

El Rey tomo a Daemon por las ropas levantando lo del suelo, Aegon sonrió con burla.

—¿Cómo pudiste? ¡Convencer a mi hija de hacer esto!

Aemma negó, su padre, sin duda, no cambiaría de idea.

—Es el derecho de Rhaenyra.

—Es mi derecho como Rey tomar las elecciones.

—¡Rhaenyra debería ser Reina!

Viserys sonrió ligeramente.

—Deseas tu sangre en el Trono.

—El Heredero de Rhaenyra es Jacaerys y nunca pediría un cambio.

—No sabes el error que estás cometiendo, Daemon.

—Padre.—Dijo Rhaenyra evitando que continuara.—Fue un error, lo lamento.

—Jurarán lealtad a mi Heredera y luego...—Miro a Aemma.—Veremos que haremos con ustedes.

—Imposible.—Murmuró Aemond mientras tomaba su mano y se acercaba a Aemma.

—Llevenlos, no quiero verlos más.

—Su majestad.—Dijo el joven Stark cuando la atención se centró en él.

—Traicionaste a tu propia esposa.—Dijo el Roy tomando su mentón.—Eres un pequeño desgraciado.

—Por favor, su majestad.—Dijo el joven.—N-no pude decir que no.

Aemma prestó atención acercándose.