No hay dolor más grande para una hija que el rechazo de su madre.
¿Los monstruos se crean o se hacen? Rhaenyra lo descubrirá con 𝒜𝑒𝓂𝓂𝒶
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—¿Qué diablos sucede?
—¡NO ME TOQUES, HELAENA!
—¡CALMATE, AEMOND! —Ordenó el señor del Norte mientras lágrimas rebeldes corrían por sus mejillas.
Las doncellas corrían por doquier y los maestres que habían traído desde las Ciudades Libres hacían su mejor trabajo.
—¿Por qué no despierta?
—No morirá.—Sentenció Aemond, aún así, el llevar casi una semana entre fiebres, gritos y sangrados constantes, la Reina parecía no despertar.
El feto nació muerto, una cría de lobo, aún así un pequeño dragón con escamas y larga cola rosada, muy pequeño, pero parecía que dejó mucho daño a su paso,
Aemma soltó un grito lastimero a la vez que Lucerys Velaryon regresaba desde Desembarco del Rey en compañía de Aegon Targaryen.
Los sollozos eran atroces y desgarradores, Lucerys y Aegon se acercaron al grupo que esperaba.
—¿Y Daemon?
—Organiza todo para sentar en el Trono a Aemma.
—Si es que logra ponerse de pie algun día.—Dijo Aemond con pesar mientras una orquesta de gritos lo estremecía.
—No digas eso.—Ordenó Cregan mientras acariciaba sus propias manos y mordía el interior de sus mejillas.
—¿Por qué no le dan leche de amapola?
—Eso no hacen los maestres de las Ciudades Libres.—Dijo Helaena con suavidad.— Su majestad ordenó que ellos decidirían sobre su cuerpo.
—Maldita sea —Brama Aemond cuando Aemma suelta un gemido lastimero antes de que todo quede en silencio.
Los Presentes se miran con terror.
¿Qué pasaba con la Reina ahora?
Daemon caminaba por el salón del trono con los ojos llenos de lágrimas, la decisión de darle el Trono a Aemma fue un golpe para su esposa, la mujer que amor con intensidad durante toda su vida, incluso en aquel momento parecia ir en contra suyo.
Harrenhall fue el empujón que necesitaba para aceptar las palabras de Aemma.
Los recuerdos de aquella profecia palpitaban con fuerza contra su nuca susurrandole al oído que ella era el camino, pero no todos estaban contentos.
Lord Corlys había tenido que tomar Desembarco del Rey junto a las Tropas del Norte y de Tierra de los Ríos, intentando evitar que el pueblo se levante en contra de él.
Jacaerys y Baela habían desaparecido junto a sus dragones luego de entregar a la Reina, llevándose consigo a Joffrey, Aegon, Viserys y Visenya.
Daemon estaba a punto de volverse un total demente pero antes de buscar a sus hijos debía cumplir con su deber y ayudar a Aemma.
Poco sabía el príncipe Canalla que la Reina Aemma yacía en un limbo difícil de salir.
Daemon camino hacia el Trono admirando su majestuosidad, la simple idea de sentarse en él le parecía repulsiva.
Sin pensarlo mucho termino sentado en el último escalón recostado su espalda en los demás descalones antes de cerrar los ojos.
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