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23: Caída

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—No deseo dejarte solo, padre.

—Oh, no seas exagerada, cielo.—Dijo el Rey mientras se ponía de pie, su enfermedad se había frenado pero combatir la vejez era imposible.

—Pero... tal vez mis dulces niños te traigan felicidad.

Los ojos del Rey se iluminaron, sus nietos eran, sin duda alguna, su adoración.

Todos con el cabello perfectamente platinado y ojos amatistas eran la representación de como debía verse un digno heredero al Trono.

—¿Alguna vez te dije que te pareces a mi madre?

—Será porque llevo su sangre.

—Mi querida Aemma, puedo sentir el susurro del extraño más cerca cada día...

—Tu enfermedad ha pasado, padre.

—Pero tengo más años de los que puedo recordar.

Aemma suspiró frustrada mientras acariciaba su vientre ligeramente hinchado.

—Debo decirte verdades que nadie más te dirán...

—¿Cómo qué, padre?

—Primero... hace años, muchos, mi sol...—Tomó su mano.—Te llamaste a ti misma de una forma...

—Bastarda.—Dijo con simpleza.—Me costó mucho aceptar que el hombre al que sentía repulsión sea mi padre.

—Oh, cielo, Harwin Strong no es tu padre.

Aemma se enderezó en el sofá.

—Tu madre lo confesó cuando naciste, ella estaba furiosa...—Negó.—Fue egoísta y cruel.

—¿Quién es? ¿Lo conozco?

—Sí... lamentablemente sí, pero... no quiero que te lleves una decepción.

—Soy una mujer ahora, si sobreviví a un parto, sobreviviré a la verdad.

Viserys tomó su mano con fuerza, besando sus nudillos con cierto temor en su cuerpo antes de soltar el nombre.

—Tu padre es... Daemon.—Dijo Viserys en un susurro apenas audible.

El pitido seguido de la confesión solo se oyó en sus oídos, Aemma podía ver los labios de su padre moverse pero ella continuaba en shock.

—¿Él lo sabe?—Preguntó después de un largo silencio.

—No, no... no lo sé.

—Quiso asesinarme, puso su espada contra mi cuello.—Acarició su cuello con dolor.—Sangre de su sangre.

El Rey la miró entristecido.

—Pronto serás reina.—Dijo finalmente.—Hay una leyenda que debes oir, se transmite de Rey a Heredero desde los tiempos de Aegon el Conquistador.

—¿Qué es?

—Habla sobre la canción de hielo y fuego.

***

La mirada de Aemma sobre Daemon Targaryen era inamovible ese día.

—Si no te conociera diría que has quedado flechada por Daemon Targaryen.