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1: Mamá

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El anuncio de la partida de la princesa Rhaenyra hacia Marcaderiva junto a su esposo puso de mal humor a la Reina.

Aquello solo significaba una cosa, Aemma debía partir con ellos.

Tomó asiento en su lugar al lado del Rey para la cena, en silencio e incomodidad, no fue hasta que el tema de conversación cambio cuando prestó atención.

—¿Has pensado en atrasar el viaje? —Dijo el Rey.—Aemma es aún muy pequeña.

—Es pequeña para un viaje en dragón, padre.—Asintió.—Aún así, creo que será mejor dejarla aquí un tiempo.

El Rey dejó los cubiertos a un lado y agradeció al cielo que solo eran ellos cuatro para la cena de este día.

—¿Dejaras a tu hija?

—Padre...

—He aceptado esto por mucho tiempo,  Rhaenyra, pero esto sobrepasa los límites de las buenas costumbres.

—Su majestad, Rhaenyra se encuentra algo... Agotada a  causa de la maternidad.

—¿Agotada? ¿Acaso pasa largas horas en la guardería cada día?—Dijo la Reina sin poder evitarlo.— Que extraño...

—Claro que visito a mi hija.

La Reina miró al Rey, sintiendo como la razón empezaba a demostrarse.

—¿Si? ¿Y la encuentras ahí?

—¿De qué hablas, Alicent?

— ¿Acaso sabes cuánto tiempo tu hija descansa con mi hijo en la guardería que está conectada a mi habitación?

Rhaenyra miró a su esposo.

—¿Cómo? ¿Desde cuándo?

—Desde que nació.—Dijo el Rey mirando a su hija con una nota de decepción.—Rhaenyra...

—Partiremos está misma tarde.—De puso de pie abruptamente saliendo del Salón.

El Rey se puso de pie siguiéndola hasta detenerla a mitad del pasillo.

—¿Por qué? ¡Respóndeme! ¿Por qué le haces esto a tu propia hija?

—¿Acaso no lo has notado? ¡Todos los han hecho!

—¡Dilo, Rhaenyra! Déjate de juegos...

—Daemon es su padre.—Dijo con dolor.—Debiste aceptar que nos casaremos, debiste dejarme ser feliz...

—¿Y Aemma tiene la culpa?

Rhaenyra apretó los dientes intentando reprimir el llanto.

—Sí.

***

Alicent volvió a su habitación, a sus veintitrés años era madre de cuatro niños, o al menos era los que ella criaba.