26: La Bruja de Harrenhall

1.9K 236 3
                                    

Aemond Targaryen nunca fue alguien sentimental, prefería dejarlos a un lado y centrar en algo que nutriera su cuerpo o su mente, quizás esa era la razón de que su espiritu estuviera tan resquebrajado.

Rhaenys, su primogénita, su dulce princesa estaba muerte, una maldita muerte dolorosa llena de agonía.

Era la segunda hija que perdían en una guerra que ninguno deseaba realmente.

La mano de Cregan lo volvió a la realidad.

—No puedo seguir.—Musitó Cregan.—Nuestros hijos... debemos huir.

Aemond quiso hacerle caso, como aquel día de su boda con Aemma cuando dejó un beso suave en sus labios y le juró lealtad a cambio de ser recibido por él y Aemma.

Quiso que tomaran la decisión sabia de tomar a su mujer y huir pero no era el momento.

—Debemos luchar.—Musitó con voz ronca.—No pueden robarnos todo.

—Sus majestades.—Dijo un guardia.—DreamFyre surca la bahía.

***

Dos funerales en menos de una semana.

Aemma estaba perdiendo la cordura mientras arañaba su propia piel en un llanto histérico.

El dolor en su pecho no paraba y sus oídos palpitaban, la Reina Madre tuvo que ordenar quitar cualquier cosa con la que Aemma pudiera lastimarse pero eso no evito que intentara golpearse con las paredes.

—Aemma, debes parar, Rhaenys no querría verte así.

Ella negó mientras se acurrucaba en el rincón en el suelo.

—Necesito a mi hija... mami, quiero a mi bebé.—Sollozó.

—Debes ser fuerte ahora, haz sentir orgullosa a tu hija.—Le acarició el brazo.—Todos te esperan, tú darás la orden.

Aemma se puso de pie poco a poco, fue aseada, vestida y peinada por su madre en persona.

Cuando llegó a la colina de Visenya, Aemma casi se desmaya al ver el cuerpo de su dulce sol en la pira.

—N-no...—Quiso caer, rendirse en el suelo entre lágrimas pero fue sostenida con fuerza por sus esposos, sus miradas se entrelazaron con el dolor compartido.

—Hazlo.

—Permitele descansar.

Aemma limpio las lágrimas de sus ojos y se aclaró la garganta.

—Carax.—Lo llamó y el dragón alertó con tristeza.—Dracarys.

El dragón olfateo el cuerpo en la pira, sus ojos miraron confundidos a su jinete quien sufría al notar que él reconocía a su hija ahí.

El dragón se agitó negándose a acatar.

—¡DRACARYS, CARAX!

El dragón soltó un quejido doloroso antes de acomodarse y obedecer, soltando una llamarada contra el cuerpo inerte de la joven heredera de su madre.

—Hermana.—La voz clara y tranquila de Helaena resonó en el silencio, se acercó seguida de su esposo y el gemelo de este.— Majestad.

Helaena se inclinó ante ella, seguida de su esposo, Erryk, dejando que avance Ser Arryk, quien sacó la corona del Conquistador.

—Lamento no traer la corona de su padre, Mi Reina.—Dijo el Ser con la cabeza gacha.—La Usurpadora fue coronada con ella.

Aemma observó la corona  mientras esta era tomada por las manos de Aemond.

𝔸 𝔼 𝕄 𝕄 𝔸 ||  𝕃𝔸 ℂ𝔸𝕊𝔸 𝔻𝔼𝕃 𝔻ℝ𝔸𝔾𝕆ℕDonde viven las historias. Descúbrelo ahora