No hay dolor más grande para una hija que el rechazo de su madre.
¿Los monstruos se crean o se hacen? Rhaenyra lo descubrirá con 𝒜𝑒𝓂𝓂𝒶
Portada: @Spider_Kath ❤️
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Hielo corrió a su lado cuando Aemma estuvo lo suficientemente lejos de Vermithor.
El enorme dragón de bronce junto a su amado dragón, Carax, se alertaron por la visita en combinación con su jinete herida.
Caraxes se abrió paso, imponente, soberbio y enorme, pero su jinete bajo de un salto temblando mientras se acercaba a su hija.
Daemon jadeo ante la visión de un camino de sangre, sabía lo que significaba, sabía que su dulce niña, aquella que había salvado incontables veces, estaba perdiendo nuevamente a su sangre, una nueva muerte en su vientre.
Hielo gruñó en su contra y pronto rubí, la loba de su hija Rhaneys, hizo acto de presencia, gruñendo furiosa.
Los lobos en cuatro patas eran casi tan altos como Aemma , quien cayó al suelo sosteniendo su vientre entre gritos.
Aemond, quien había tenido que aterrizar un poco más lejos debido al miedo de lastimar a Aemma, apareció con los ojos llenos de lágrimas.
—Mi amor...—Intento acercarse pero pronto se vio obligado a retroceder por la presencia de Hielo y Rubí, agradecía que los demás lobo huargos se encontrarán en Essos, o probablemente ya estuviera muerto.
—Hielo, detente ...—Dijo Aemma en alto Valyrio, con la voz más clara que pudo encontrar.
A pocos metros todos intentaban acercarse, maestres, Lores, el propio consejo y sus hermanos.
Hielo se sentó, obediente y sumisa a su dueña, su hija, rubí, aulló furiosa pero terminó imitando a su madre.
Vestidas con tutus, joyas y piedras preciosas, parecían inofensivas pero todos sabían el daño que podían causar, sus cuidadoras finalmente lograron alejar las de la princesa un segundo antes que ella pierda la consciencia.
Daemon miró como la dulce niña era llevada para ser atendida y se giró para montar a Caraxes.
—Dio la vida de nuestro hijo para ir a hablar contigo y la traicionas.—Dijo Aemond mientras Vhagar se hacía presente.—Morirás aquí y ahora por tu traición.
—Rhaenyra responderá por esto.—Dijo finalmente el príncipe Canalla.—Ocultó durante años que Aemma era mi hija y...
—¿Y la maltrató? ¿La ignoró? ¿Lastimó a nuestros hijos? ¿Los asesinó vilmente?—Rió secamente.—Mi esposa casi pierde la cordura por el dolor de perder a nuestros hijos ...
—Y serán vengados—Sentenció.—Yo mismo sentaré a Aemma en el Trono.
***
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La presencia de Caraxes alertó a los pobladores de Desembarco del Rey, pero fue un alivio para la Reina y su heredero.
Jacaerys Velaryon y su esposa, Lady Baela Targaryen, se hicieron presentes para recibir con entusiasmo al hombre quien, pálido y abatido, bajo de su dragón y camino hasta donde su esposa se encontraba.
—¿Por qué?
—¿Daemon, te encuentras bien?
Daemon se quitó el casco mientras lágrimas rebeldes surcaban sus mejillas.
—¿Por qué? —Repitio.
—No entiendo a qué te refieres, Daemon.—Dijo la Reina Usurpadora con seriedad, la guerra también la había golpeado y todavía mantenía el rastro de una quemadura bastante potente que llegaba desde su ojo derecho hasta su muñeca.
—Matasangre...
Rhaenyra se acomodó el vestido con incómodidad, ella lo sabía, no había nadie más maldito que aquel que mata a su sangre.
—Aemma no es...
—Aemma es mi hija.—Dijo con seriedad mientras lanzaba el casco al suelo con violencia. —¡MI PRIMOGÉNITA!
Los jadeos se sorpresa no se hicieron esperar mientras Daemon tomaba a Rhaenyra por el cuello en medio de la entrada, bajo la mirada de todos.
Los capas doradas, los actuales encargados de velar por la familia Real, no supieron como reaccionar.
—M-me dijiste.—Rió secamente.—Que odiabas a su padre, que no sabías quién era, ¡MALDITA SEA!
—¿Y eso importa?—Rhaenyra se liberó de su agarre rasguñando su rostro.—Es una bastada.
—¡Como todos nosotros!—Dijo Jacaerys mientras se acercaba.—¿Es cierto eso?
—Lo es.—Dijo la Reina en su antigua lengua materna.—Eso no tiene importancia.
—¡Mi hija! ¡Maltrataste a mi hija todos estos años!
—¡Tú lo hiciste tambien y con placer!
Jacaerys sostuvo el brazo de su esposa negando con suavidad.
—¡Mataste a sus bastardos!—Rió ligeramente antes de fingir tristeza.—Con tus propias manos.
Daemon recordó el charco de sangre en el suelo mientras que la mujer temblaba en agonía, la perdida de tres de sus niños, dos de ellos en el vientre por su culpa.
Todavía recordaba muy bien cuando fue anunciada la muerte del Rey Viserys, el dolor nubló su juicio y actuó de forma egoísta.
Él organizó todo para la usurpación mientras su esposa lloraba la muerte de su padre en sus aposentos.
Él organizó la muerte de Rhaenys, su nieta.
Él festegó cuando el neonato murió en su vientre, insensible y risueño.
Él mató a Rhaenys, la Reina que nunca fue, con ayuda de Rhaenyra.
Todo fue su culpa.
La vida le estaba escupiendo en la cara.
—Yo no quise usurparla, pediría Dragonstone, ese siempre fue le plan.—Dijo con firmeza.—Pero querías que tomara mi lugar y de paso acabaste con sangre de tu sangre, ¿Es acaso mi culpa?
Daemon negó mientras sus manos sostenían sus cabellos con fuerza.
—L-le darás su trono, su lugar... ella...—Daemon la miró finalmente.—Ella merece este lugar.
—¿Por ser tu bastarda? .—Rió.— Jacaerys será Rey, ella mató a Lucerys y lo pagará.
Daemon rió mientras acariciaba la empuñadura de hermana oscura.
—Lucerys vive.
Él mismo lo vió, lo que no esperaba era ver a Jacaerys tomar a su madre por la fuerza, la Reina Usurpadora.