9: El cálido invierno

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Creo que soy la mas ansiosa! jaja! ¿les está gustando?

Aemma caminaba por los pasillos de La Fortaleza Roja siendo seguida de cerca por su loba aún sin nombre.

Por supuesto  que la pequeña loba albina, que ya le llegaba a la rodilla, iba vestida con uno de esos trajecitos que la princesa había ordenado para ella.

Aquel día ambas iban vestidas de celeste Velaryon, que hacía juego perfecto con el collar de su padre, y el pequeño cachorro cargaba orgullosamente un collar de pequeños diamantes en el cuello.

Una risa resonó en el pasillo haciendo que los ojos de Aemma brillen de inmediato.

La bola de pelos corrió por el pasillo hasta llegar al Lord, una sonrisa adornó los labios de Aemma al descubrirse disfrutando de la vista.

—Mi Lord.—Lo saludó formalmente haciendo una ligera reverencia.

—Su alteza.—Contestó mientras acariciaba a la pequeña lobezna.

—¿Le gusta el traje de mi querida... loba?

—¿Sigue sin ponerle nombre, princesa?—Dijo el Lord mientras la miraba a los ojos.

Aquello hizo que Aemma sintiera que se iba a derretir.

—Tal vez usted me pueda ayudar a encontrar un nombre digno de ella.

— Solo si usted acepta darme su favor esta tarde.

La sonrisa de Aemma tembló.

Un miedo irracional de perderlo en los combates la invadió.

—¿Participarás?—La formalidad desapareció de su voz y rapidamente su guardia de aquel día, Ser Criston, ordenó a las dos damas que la seguían que les den un espacio.

—Sí.—Dijo entregandole a la loba.—Espero coronarla como reina del amor y la belleza.

Aemma miró de un lado a otro antes de apoyar su mano sobre el dorsal de la mano del Lord.

—Sería muy atrevido si le pido que no participe.

Ambos se miraban con tal intencidad que Ser Criston creyó que serían capaces de encender una hogera.

El Ser carraspeó.

Él había jurado guardar sus secretos y confidencias con la vida, pero los demás no, no quiso ni pensar en que dirían si veían a la princesa tomar aquellas confianzas con el Lord.

Ambos se separaron con dificultad.

—Por favor...—Murmuró la princesa mirando al suelo.

—He dado mi palabra, su alteza.—Dijo con algo de tristeza en su voz.

— Ser Criston tomará tu lugar.—Dijo Aemma.—Él planea participar.

—Los demás norteños esperan que participe.

Aemma suspiró acariciando al lobo.

—¿P-podría acompañarla al salón?

—Será un placer.

Ambos caminaron guardando sus distancias, en medio de ambos caminaba la loba albina con ojos cristalinos.

—Podría llamarse Hielo.—Dijo el Lord.

—¿Cómo su espada?

Él sonrió totalmente emocionado de que la joven recordara esas cosas de él, un simple Lord.

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