Capítulo 14
—¡No me grites! —indiqué de forma ofuscada—. Daniel, deja de hablarme así. ¿Ves lo que has causado?
—¿Que yo he causado? —preguntó—. ¡Si tú nos aseguraste que él estaría bien y ahora llega en estado de ebriedad!
—Ni siquiera sé cómo te enteraste de eso —le pregunté.
—No es necesario que me entere, Brenda. Te estoy pidiendo verlo y me estás diciendo que tiene una cruda.
—¿Y qué más explicación quieres? Es un adolescente, tiene derecho a vivir una borrachera.
—Él no es un adolescente común.
—¿Por qué?
—Porque es hijo de Ernesto. Te recuerdo que eso no lo define.
—Y yo te recuerdo que tu institución debe hacerse cargo. Siempre se han quejado de tu libertinaje al dejarlos vivir la vida diferente.
—No es libertinaje. No juegues conmigo. Tú sabes que eso hace que Renacer sea una de las mejores. Así que no vengas con que ahora no te importa, porque si no te importara no lo hubieras llevado ahí. Así que no vuelvas a decirme cómo lo manejo, ni a gritarme. Mucho menos a pedirme que lo saque, ni a leerme una y otra vez ese bendito documento. ¿Cómo es que tú me lo llevaste y ahora me pides que lo abandone a su suerte?
—No te estoy pidiendo eso. Simplemente te estoy pidiendo que me lo devuelvas.
—No. Para llevártelo necesitas que la institución te autorice, y Cristiano no ha hecho algo de peso para que yo pueda dejarlo ir.
—Primero decías que su padre te ponía en riesgo y ahora estás muy conforme con que esté ahí. ¿No te parece suficiente argumento? Lo siguiente arremetió —¿Que leerás será otro correo ? —Donde la procuraduría de los diferentes lugares me pide que lo mande lejos.
—Ay — El señor comenzó leyendo unas notas que iniciaban con este grandísimo título y volvió a repetir—. Ay, señora Brenda, usted siempre está metiéndose donde no la llaman. Por conveniente, le ordenó que le otorgue un teléfono. Parece que un audio no les ha hecho más que mover el gallinero un poco, pero no se han decidido. Mi gente está tratando de contactarlo así que, por favor, de la manera más atenta, quiero que mi hijo reciba mis mensajes si no quiere que su hijita termine sin un dedo.
Atentamente, Ernesto.
—Esto comenzó —dijo Daniel—. Es una guerra. Él te quiere porque tienes a su hijo. Yo solo quiero cumplir mi palabra de informarte que Renacer está en riesgo. Ahora, yo me puedo ir tranquilamente porque pensé que me devolverás a Cristiano.
—Pues pensaste mal —afirmó ella—. Él no se va de Renacer. Y gracias por cumplir tu palabra de informarme, pero él no se va. La trabajadora social tendrá que ir a verlo para informarle, pero hoy no, pues tiene estado de ebriedad —dijo ella carcajeándose—. Y no intentes hacer algo porque sabes perfectamente de lo que soy capaz.
Daniel no hizo más que retirarse de mi oficina dejando una gran carpeta. A eso le llamaban expediente. Comencé a leer paso por paso hasta que me topé con esto: "Cristiano, niño que está en casas hogares desde los 14, escapó de diferentes casas. Renacer es su quinta casa y se le considera un niño rebelde, audaz, inteligente. Menciona que le gusta ser militar, la robótica, la música y el fútbol. Es muy obediente, sabe trabajar, es fácil de conseguir confianza. Tiene hermanos, sufre convulsiones en ocasiones a causa de unas pesadillas por un trauma que se niega a hablar. Los psicólogos comentan que la mayoría de veces les cuenta diferentes versiones de su vida. Cuando le cuestioné, se reconoce como el hijo de Ernesto de la Fuente, pero nunca hace nada más que cruzar esa sola línea. No abunda más en el tema de cómo era su vida, solo habla de cómo en un tiroteo la policía lo recogió y entró bajo protección."
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PROHIBIDO SEGUIR AL CORAZON
Teen FictionMauro, un psicólogo abnegado en la Casa Hogar Renacer, siempre ha sido un bastión de rectitud y estabilidad, guiado por una vida profesional intachable. Su dedicación hacia los jóvenes a su cargo ha sido inquebrantable, hasta que el destino pone en...