Promesas bajo vigilancia

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Capítulo  20

—Cristiano, ¿qué haremos a partir de aquí? Sabes que las cosas se están poniendo difíciles.

—No sé, Brenda, soy consciente de mi situación y no me he ido en todo el  día de Renacer. ¿Qué sigue por ahora?

—Tendremos que contestar el mensaje de mi padre. Ambos mensajes. ¿Qué se te ocurre?

—Sospecho que me tiene vigilado y cerca de aquí hay un correo. ¿Hay alguna forma de saber si puedo dejarle un mensaje?

En la sala nos encontrábamos Brenda , Mauro y yo, eran casi las 10 de la mañana. Ambos, como cuidadores y como personas, estábamos dispuestos a escuchar fue  entonces  que Fabiola, dijo:

—¿Algún contenedor de basura?

De vez en cuando veo a un chico con lentes negros. Antes no me había percatado. Mauro, consciente, susurró:

—Hormiga. Ese susurro solo lo había escuchado yo. Hormiga era el que mi padre tenía mandando los mensajes. Nadie era tan hermético como él, era capaz de hackear sistemas. No dudo que esa haya sido su forma de encontrar el teléfono de Brenda.

Justo en ese momento ella dijo:

—¿Cómo llegó el mensaje a mi teléfono? Fue un número anónimo. No estaba viendo una aplicación cuando de la nada apareció un anuncio y el video se puso solo.

—Te hackearon —dije.

—Okay, escuchen bien. Haré un video y una nota, los dejaré en ese contenedor de basura. Si a la hora o al día siguiente aparece otro afuera de la puerta, significará que sí lo vieron. Y si a la hora recogen eso de la basura, significará que el chico de lentes es el que nos vigila.

Sabía que estos cuidadores temían que yo lo calculara tan fríamente y lo dijera como si fuera la cosa más fácil del mundo, pero la verdad es que sí lo era. La verdad es que para mí es súper sencillo.

—¿Puedes conseguir una USB? Voy a encriptar la aplicación y el audio para que solamente mi padre, con una clave, lo pueda abrir.

—¿Le pondrás una clave que estoy segura conoce? —preguntó Brenda.

—Claro, pero me aseguraré de que solo Ernesto de la Fuente lo reciba.

—Okay, ¿qué necesitas?

—Una computadora portátil —agregó — y una USB.

—Mauro, bríndale todo lo que necesita. Yo me tengo que retirar. Gracias a este caos, las donaciones de víveres y cosas se han detenido. Hay una campaña de desprestigio. La mayoría de la gente no quiere que te rechacen porque dicen que eres un peligro. Todo tranquilo, yo no te dejaré de apoyar, por más que me retiren el apoyo o por más que nos sintamos con el agua al cuello. Me retiro y buena suerte, señores. Como segundo, les pido que estén al pendiente del grupo de Renacer. Subiré unas cosas en cuanto me sea posible.

Cristiano

—¿Tienes todo el material? —preguntó Fabiola.

—Sí, tengo la USB. Me voy a grabar con el teléfono que me prestaste y la computadora también. La clave ya está hecha.

—Okay, ¿qué necesitas? —preguntó ella nuevamente.

—Necesito grabarme.

—Okay, voy a la oficina. Tienen lo que resta del día. Tienen hasta las 2. Tratemos de mantener la discreción con los niños. No quiero que se enteren de esto. De por sí, ya es demasiado sospechoso lo de los policías y lo que sucede, aunque hemos tratado de mantenerlos al margen. Ya es demasiado el ambiente tenso. Quiero que tengan un día tranquilo. Así que tratemos de disimular que nada sucede.

PROHIBIDO SEGUIR  AL CORAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora