Capítulo 43
—Yo me voy contigo, pero a él no lo metas en esto —las palabras salieron de mi boca despavoridas, como si nadie me dijera qué hacer.
Mauro abrió los ojos como platos.
—Hagamos una cosa: termina el proceso legal. En cuanto lo termines y te otorguen mi custodia, me iré contigo. Si mi padre decide venir por mí, me iré cuando él quiera, lo que pretenda o desee, yo lo haré. Pero a Mauro no lo metas ni lo involucres. No sabes nada de su vida, no lo conoces. Así que, por una vez en tu vida, haz lo que tengas que hacer, pero no me metas a mí en problemas ni a los que amo. Si quieres que asuma el puesto, tendrás que darme tu palabra de que Mauro jamás saldrá afectado. ¿Te quedó claro?
Erika asintió con la cabeza y después se rió.
—Tranquilo, hermanito, mi padre aún no te quiere a su lado. Estaremos aquí hasta que Ernesto lo desee. Mientras tanto, a ti no se te ocurra jugarnos una trampa. Y yo que tú empezaría a disfrutar y a despedirte de este galanazo —dijo, mirando a Mauro—. Pues tienes un gran gusto. Se ve que se muere por ti. Yo digo que deberían seguir Saliendo. Tal vez nunca van a vivir juntos, pero pueden seguirse viendo a escondidas mientras tú manejas el cartel.
Sus palabras me dieron repulsión, asco. ¿Cómo era capaz de decir tal cosa?
—Lo que yo haga con mi novio —dije, mirando a Mauro— es asunto nuestro. Y la verdad es que quiero irme por la vía legal para salir de la casa. Vas a terminar el proceso legal y me vas a sacar de la casa. Vas a hacer que legalmente el estado te dara mi custodia, y dile a mi padre que si se atreve a cambiar los planes, me tendrá como enemigo. Y créeme, que no voy a manejar ningún negocio de ningún estilo para él.
Erika asintió con la cabeza.
—Será de la manera legal, pero tú no te opondrás a nada. Bienvenido de nuevo —dijo la mujer.
Yo estaba absorto en mis pensamientos y no podía creer que Cristiano fuera a regresar a ese lugar como si nada. ¿Acaso se le había olvidado lo que teníamos?
—¿Me puedes abrir la puerta? —me indicó su hermana.
En automático, me dirigí hacia la puerta. Volteé, y Cristiano me dedicó una sonrisa. Cerré la puerta y corrí lo más rápido que pude corri hacia el patio.
—Hola —le dije al chico que se encontraba botando la pelota una y otra vez—. ¿Quieres hablar?
—No lo sé... ahora resulta que de verdad le importa a mi familia —contestó. Sus ojos, revueltos por el torbellino de emociones, me mostraban que sufría, que esta situación lo tenía contraído—. Tu padre está buscando formas de sacarte.
—Lo sé, Mauro, pero ¿tú quieres irte? Le dijiste que te irías de la forma legal, pero ¿en serio lo harás?
—Sí. Creo que es la mejor forma de dejarte seguro. Mi padre y Erika saben de mi relación contigo. Si sigo cerca de ti y tratando de evadirlos, van a venir, y no quiero que tú me veas en esa situación.
—O sea que prefieres dejarme —dijo Mauro, poniéndose de pie—. Yo te amo, y como sacrificio de amor, voy a alejarme de ti porque no soy bueno para ti. Voy a tratar de luchar, pero si me secuestran, quiero que te olvides de mí. Si mi hermana logra llevarme con mi padre de vuelta, quiero que te olvides de que existimos, de lo que tuvimos. Fue muy bonito. Fui muy estúpido al pensar que me libraría de Ernesto.
—¿A mí me has preguntado si yo me quiero convertir en sicario?
Las palabras que salieron de mi boca fueron una total sorpresa, pues ni siquiera yo había pensado en esto.
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PROHIBIDO SEGUIR AL CORAZON
Teen FictionMauro, un psicólogo abnegado en la Casa Hogar Renacer, siempre ha sido un bastión de rectitud y estabilidad, guiado por una vida profesional intachable. Su dedicación hacia los jóvenes a su cargo ha sido inquebrantable, hasta que el destino pone en...