Capítulo 15
—¿Dónde está, pues, el niño? Maldita sea, el infierno había decidido ponerse en mi contra de nuevo. Fabiola, aquí en domingo y en mi turno. Dios mío, ¿qué había hecho yo para merecer algo así? Está en la sala, estuvo vomitando toda la noche. La cruda que trae no lo deja continuar. Yasmín y yo teníamos perfectamente claro que ninguna de las dos se toleraba. Sin embargo, le dije:
—Solo dime cómo estaba. No voy a pedirte que mantengas a los niños en orden ni a decirte que Brenda vendrá a verlo más tarde, a la hora de la comida. ¿Y no pudiste escribir eso por mensaje? —pensé—. Claro, Fabiola. ¿Algo más que se te ofrezca?
—No, solo vine por unos documentos y avisarte lo que ya te he dicho. ¿Cómo está Camila? ¿Y cómo está Catherine?
—Están bien. La niña nueva y sus adaptaciones van bien, y Catherine está muerta de risa porque no puede creer que logró que el nuevo se pusiera una borrachera. Así que, como podrás entender, la cosa no va nada mal.
Ya no seguí al costado en la sala; lo estuve vigilando por un buen rato, pues tenía miedo de que terminara deshidratado. El chico tenía un sueño que lo atormentaba, pues de vez en cuando se le escapaba una que otra palabra. Aún mi cerebro no entendía el motivo por el que mi amigo, mi compañero de carrera Mauro, estaba tan clavado con este chico. Sin embargo, en honor a él quise vigilar su sueño. Me había llamado desesperado diciéndome que no soportaba su cercanía. Ahora algo pasaba porque parecía que Renacer era la nueva cuna del amor. Observé a Catherine y a Camila charlar; jugueteaban y se sonreían mutuamente. Algo me decía que algo no olía bien. Esas cuatro parejas que se estaban formando me hacían poner los pelos de punta.
—Camila —me dijo Catherine, llamándome por mi nombre mientras jugueteaba con su cabello—. Lamento no haberte llevado a la fiesta. Tal vez si te hubiera llevado no hubiera sido tan desagradable el encuentro y lo que pasó con Juan. En serio, lo siento.
—No tienes por qué disculparte —le dije—. No podías llevarme bien. Dijiste que soy nueva y te recuerdo que traigo cuatro ruedas. He de confesarte algo.
—Adelante.
—Tengo miedo de que pase el tiempo.
—¿Por qué, Camila?
—Han sido pocos los momentos que he pasado contigo, pero...
—¿Preguntas? —dijo ella con una ceja arqueada—. Me da miedo que empieces a gustarme. Sé muchas cosas de ti. Sé que tu abuela te maltrataba, sé que vivías sola, que te maltrataron y te hicieron daño, robándote la inocencia —dijo ella.
—Sí, sabes muchas cosas y no puedo negar que tus pláticas nocturnas han sido de gran ayuda. Pero yo soy una mujer rebelde, Camila, no soy buena influencia para ti. Si me he acercado a ti es porque siento que necesitas el apoyo de alguien. Siento que eres el polluelo frágil al que debo cuidar. Pero la verdad es que tú también debes alejarte de mí.
Abrí un poco los ojos al pensar esto. ¿Por qué quería que me alejara de ella? Primero me hacía contarle toda mi vida las noches desvelada, luego me contaba sus más feos temores y ahora me salía con una "aléjate de mí". ¿Eres la chica rebelde?
—No.
—Sí —contestó ella—. Si es pregunta, sí lo soy. Soy la chica rebelde que no puede estar contigo, y lo sabes.
—Por favor, no digas eso. ¿Te gustaría que iniciáramos algo ocultándolo en secreto mientras esto pasa en silencio? Si te cachan y te descubren, tal vez te largues para siempre.
—¿Cómo sabes que quiero irme, Camila? Tu deseo, tus palabras, todo lo que escuchas, la música, los audios, las cortadas en tus muñecas. Solamente son una forma de revelarte. Pero, ¿qué mejor manera de revelarte que rompiendo una de las mayores reglas? Ya me habías repetido en varias ocasiones que en Renacer todos se tenían que ver como hermanos. ¿Qué mejor manera de romper esa regla que teniendo una relación secreta?
ESTÁS LEYENDO
PROHIBIDO SEGUIR AL CORAZON
Teen FictionMauro, un psicólogo abnegado en la Casa Hogar Renacer, siempre ha sido un bastión de rectitud y estabilidad, guiado por una vida profesional intachable. Su dedicación hacia los jóvenes a su cargo ha sido inquebrantable, hasta que el destino pone en...