Camila

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Capítulo  12

Catherine la llamé por su nombre.

—¿Qué pasó, Camila? Hace mucho que no hablamos. ¿Querías acostumbrarte?

—Soy una mujer que guarda silencio la mayoría del tiempo. Eres misteriosa y siento que hemos estado clavadas en diferentes cosas en los últimos días.

—La verdad es que sí. Mayo pasó tan rápido como esperaba. Yo había devorado libros. Ya llevaba "13 razones" y tú y yo aquí y ahora.

Catherine no paraba de hablar de todo lo que le gustaba de los libros.

—Quiero entender —le dije con voz firme.

—¿Entender qué, Camila?

Abrió un poco los ojos y no dijo nada. Solo se quedó esperando una respuesta.

—¿Por qué aparentas ser la insoportable y malquerida si eres una buena persona? ¿Por qué no obedeces? ¿Por qué esos vestidos tan cortos? ¿En algo te molesta no ver mis suculentas piernas? —dijo burlándose.

—Al contrario, dices no verlas, pero ese vestido me deja ver todo de ti y luego te molesta —preguntó ella enredando las manos sobre su cabello rizado.

¿Por qué tenía que escuchar esto? ¿Por qué tenía que escucharla? ¿Por qué tenía que entender lo que le sucedía? No había pasado mucho, la verdad. Había pasado un mes. Traté de averiguar cuánto tiempo tardaría en ir a la escuela, pero nadie daba respuestas. Fabiola decía que esperara y todo parecía locura. O más bien ni siquiera un mes, era poco menos. Faltaban un par de fechas para que se hiciera un mes y yo ya deseaba ansiosamente que entrara junio. Necesitaba que entrara junio para volver a mis actividades, volver a la asociación de parálisis. Me sentía tan atada en esta casa. Había pasado tan solo unas semanas o más bien unos días y yo ya ansiaba que fuera junio con toda la premura.

—¿Cómo te sientes? —dijo—. Nerviosa. Mañana es la fiesta. ¿Debo estar nerviosa? Porque si las cosas no salen bien, todo terminará en un caos.

—Qué afortunadas son, tienen doble fiesta de 15 años. No todas las chicas tienen esas oportunidades —dijo, rebundando un poco—. Afortunados, afortunados, refundando cuando llevas apenas dos días y ni siquiera nos conoces. Afortunados, redundando cuando ya me preguntas si me cuestionas sobre por qué me comporto así. ¿Afortunados según tú? ¿De dónde? Han pasado un día o dos y te apuesto lo que quieras que ya se convirtió en una semana.

Y la verdad es que sí, en la forma de mi pensamiento, para mí ya ha pasado un mes encerrada en este pulcro lugar sin nada más que hacer. Necesitaba salir como lo hacían estos adolescentes. Habíamos salido al rancho y la verdad no me quejaba, pero también no entendía cómo era que Cristiano estaba tan campante de no salir y seguía durmiendo en las salas. El tiempo parecía tan lento, el tiempo parecía único.

Cristiano se encontraba tan campante; aún la vibra se sentía con Mauro. Pero de la nada, Cristiano parecía ensoberbecido, parecía otra persona que no era. Parecía algo diferente, pues ambos estaban distanciados, alejados, ya no charlaban tanto y Cristiano no conseguía su teléfono tan fácilmente. Se su jugaba Free; supongo que lo hacía para disimular, para fingir. Mauro trataba de  ser su amigo, pero al mismo tiempo, Cristiano se alejaba. Traté de interrogarlo, pero él no dejaba nada. La verdad, entre mis pensamientos me perdí de vista y perdí a Catering

—Catering —le dije—. Tranquila, esa fiesta saldrá bien. Ese es tu sueño.

—No, no me hagas. ¿Acaso me conoces lo suficiente para saber cuál es mi sueño?

—¿Con qué sueñas? —pregunté ya que me di cuenta que al hablar de esto sus ojos se embrujan—. Así que volví a contestar y le dije: ¿cuál es tu sueño, Caterina? ¿Qué es lo que sueñas cuando tengas 25 años?

PROHIBIDO SEGUIR  AL CORAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora