Capítulo 44
—¿Está muerto?—" La pregunta salió inesperada. Ni siquiera me había dado el permiso de planteármela cuando ya estaba en mi boca. Se hizo un silencio ensordecedor del otro lado de la línea, pero Daniel no contestaba.
"—Daniel, ¿está muerto?—" insistí.
"—No—" contestó al fin. "—Brenda tiene una herida de bala. La tuvieron que intervenir porque fue en el estómago y llegó a los vasos sanguíneos. Aunque no los afectó, la cirugía está siendo delicada. Y hay otra cosa... Parece ser que entraron a Renacer—".
—¿Cómo?—pregunté, alarmada.
—Sí, hubo una alerta de las alarmas—".
—¿Cómo es que tú lo sabes?—"
—Recibí una notificación del aliado de Gastón, Carlos. Parece ser que volvieron a dejar la puerta abierta y un mensaje
—Eso quiere decir... ¿dejaron otro cartel?—" mi voz se quebró por un momento.
—Sí, dejaron una advertencia. Las cosas están tensas, En la casa de Alex también dejaron una advertencia, diciendo que no querían 'hijos de malo'—".
—¡Maldita sea! ¿Dónde está Cristiano? Quiero verlo ahora—dijo con urgencia.
—Cristiano está de viaje y me parece mejor que no lo veas. Si lo alteras y lo llevas a la casa, puede ser peligroso. Van a hacer un cateo para ver cómo entraron y cómo está la seguridad—".
—Okay, Daniel. Trataré de que Cristiano no se entere de nada. Temo que pueda hacer alguna locura—" dije, aunque me dolía ocultarle la verdad.
—Hazlo. Me mantendré al margen—" colgué la llamada con un nudo en la garganta.
Sabía que la mejor forma de mantener a Cristiano a salvo era mantenerlo al margen. Además, ya había pasado por mucho. La última vez casi se desmaya y se descompensa. Así que acepté. La única opción era que lo mantuviera distraído.
Le escribí un mensaje a Mauro y él siguió mis indicaciones. Cristiano regresaría el lunes, para entonces la policía ya habría dejado la casa en paz, Alex estaría más estable y, sobre todo, el mensaje habría sido borrado. Cristiano no lo vería. Solo deseaba con todo mi corazón que la cirugía de su hermanito saliera bien, pues si no, sería algo que no nos perdonaría.
Me sentía mal porque yo era su pareja, era la persona que no debía ocultarle esta clase de cosas. Sin embargo, debía hacerlo porque no quería que su carácter impulsivo y esa necesidad de proteger a los demás lo invadiera, llevándolo a averiguar si las cosas aún estaban calientes. Podría meterse en problemas, y no quería que por un impulso tomara una mala decisión. Si ya había hecho bastante al decir que iba a entregarse a Erika, no estaba listo para perderlo. Es más, tenía claro algo: no quería perderlo, pero también sabía que yo, Mauro, era la peor persona escondiendo cosas.
En ese preciso momento sabía que faltaba poco para que Cristiano se diera cuenta de que las cosas no estaban bien. Y peor aún, si no hacía nada por fingir. Sabía que mi rostro se podía leer fácilmente, y Cristiano me lo confirmó cuando preguntó:
"—¿A dónde vamos? No deberías girar hacia la derecha para poder llegar a Renacer. ¿Tu padre te ha prestado el auto? Dijo que normalmente te lleva, pero como le dijiste que me ibas a llevar a mí primero...—"
"—No, no vamos a Renacer—" le respondí, con el rostro algo sudoroso y los ojos caídos, pues no sabía cómo mentir con facilidad.
"—¿Qué pasa, Mauro?—" preguntó Cristiano, notando mi nerviosismo. "—Tu voz está temblorosa, tu rostro suda y tus manos tiemblan. Tratas de disimularlo al volante, pero... las manos te tiemblan—" repitió mientras me observaba de arriba a abajo.
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PROHIBIDO SEGUIR AL CORAZON
Teen FictionMauro, un psicólogo abnegado en la Casa Hogar Renacer, siempre ha sido un bastión de rectitud y estabilidad, guiado por una vida profesional intachable. Su dedicación hacia los jóvenes a su cargo ha sido inquebrantable, hasta que el destino pone en...