¿No estaba muerto ?

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Capítulo 16

Camila me había propuesto fingir una relación. Dijo que si quería revelarme de alguna manera, lo hiciera de esta forma, para así poder tener una relación secreta con ella. Por otro lado, en los ojos de Cristianos se notaba que algo había pasado, pues no tenía tanta cercanía con Mauro. Solo ruego al tiempo que esto se resuelva porque es lógico que esos dos sienten alguna atracción el uno por el otro.

Trataba de concentrarme en el libro. Después de lo que había pasado en la mañana, no tenía ganas de levantarme, pero de la nada apareció Camila. Aún batallaba para moverse con su silla y trasladarse por la casa, pero a pesar de todo, entraba a la habitación con la voz sonriente. Se colocó enfrente de mi cama y preguntó:

—¿Cómo estás hoy?

—He tenido mejores días —respondí, intentando forzar una sonrisa.

Ella me miró con ternura y continuó:

—Sé que todo esto es difícil, pero estoy aquí para ayudarte.

Aprecié su esfuerzo y su compañía, aunque la situación seguía siendo complicada.

—Catherine, ¿no piensas comer? Camila, ¿a qué viniste? Vamos a la cocina, no hay nadie y Fabiola está encerrada. Creo que deberías comer algo, ¿está bien? Vamos.

—Sabes que me gustas, ¿verdad?

—Sí, y ya te dije, puedo aceptar tu propuesta de vivir un romance, pero para eso necesitamos conocernos. Creo que hemos tenido pláticas muy largas. Conozco tus hobbies, tus pasatiempos, tus miedos, tus errores. Por favor, mi propuesta es que ya no te comportes así ni te cortes ni seas rebelde. Solamente quiero que no te hagas daño. Así que, si quieres otro tema por dónde desencadenar tu rebeldía, te pido que me elijas a mí. Quiero convertirme en tu amante y en tu perdición.

¿Qué le pasaba a esta chica? ¿Acaso pensaba que por la silla de ruedas y la parálisis cerebral nadie esperaba enamorarse de ella? No podía entender de dónde sacaba tantas cosas para decirme que no le importaba y quería que me enamorara de ella. No entendía ni siquiera qué estaba buscando de mí y ahora solamente decía que anhelaba enamorarse de mí. ¿Qué le gustaba de mí? Ya me había dicho que mis ojos, mi forma de ser, como sea, le había prometido que iba a cambiar y que todo esto nos llevaría tal vez a vivir una relación secreta.

—¿Qué dices? ¿Vienes a la cocina?

—Está bien. Camila no ha dicho nada, ¿verdad?

—No, y eso que se ha dado cuenta de las desveladas durante las noches charlando y conociéndonos. Hemos hablado de todo: películas, libros, Harry Potter, cada una de las cosas que ahora nos compete. Nos estamos conociendo. Ya te lo dije, sí quiero que cambies, pero también, si tu deber o tu misión sigue siendo el mismo, mostrar rebeldía, está bien. Enamórate de mí.

Ella me miró con la ceja levantada.

—¿Quién te dice que podemos ser pareja? Por favor, yo he estado en tus ataques de pánico, he evitado que te cortes, las pláticas en la madrugada y todo lo demás no cuenta. ¿Qué es todo lo del mundo? ¿La forma en que me miras?

—¿Cómo te miro? Preguntó Catherine

—Como aquel corderito que quieres proteger.

—Camila, pero no soy un corderito.

—Lo sé, y yo tampoco lo soy. Simplemente, Catherine, date cuenta, yo te he acompañado en cada una de las cosas que has hecho. Quiero que seas feliz, por eso te digo de nuevo, si vas a ser rebelde, muestra tu rebeldía conmigo.

Caminamos juntas a la rampa. Me ayuda a subirla. Cuando estábamos en la cocina, escuchamos la voz de Mauro. Parecía que discutía en la sala con Cristiano. Catherine me hizo una seña con la mano para que nos quedáramos ocultas, escuchando esa conversación. Algo me llamaba que sería interesante hacerlo, algo me decía que todo iba a ser una gran revelación esta tarde.

PROHIBIDO SEGUIR  AL CORAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora