Capítulo 29

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Llegaron al dormitorio con la nueva cama tamaño king, la mesita de noche y la lámpara como únicos muebles en la enorme habitación.

Krist se sentó y se inclinó para quitarse las botas. La botella de lubricante que estaba sobre el colchó rodó hacia él.

-Tienes muebles.

Levantó la vista. Al menos Gawin se estaba desnudando. La chaqueta se había ido y sus dedos desabotonaban la camisa azul.

-Sí.

-Presuntuoso.

-Hey. Imaginé que si lograba que subieras habría sexo.

Gawin se rio.

<<Oh, ¡gracias a Dios!>>

-Bien pensado, nk s̄ālikā.

Lanzando la segunda bota, Krist gruñó.

-Oh, Jesús, no eso. No me llamarás así.

La camisa, totalmente desabotonada, se abrió revelando el pecho y abdomen de Gawin que, calmadamente, desabotono un puño.

-Es un nombre apropiado para ti.

Krist se quitó su camiseta.

-No lo es.

-Lo es.

Krist gruñó, poniéndose de pie para poder quitarse los pantalones.

-Solo lo dices para enfadarme.

-No.

Sus manos en los vaqueros se congelaron cuando la mano de Gawin recorrió su pecho desnudo. Los puños de su camisa abiertos, mostrando sus delgadas muñecas.

<<Dios, él es hermoso>>

-No lo digo para enfadarte.

Eso era más que sólo el nombre.

-Está bien.

La mano acunó su mandíbula.

-Ese es mi nombre para ti. Solo mío.

Calor recorrió la piel de Krist, haciendo que temblara.

-Sí, está bien.

¿Estás seguro?

-Nunca he estado más seguro de nada.

-Quiero confiar en ti.

Krist deslizó un brazo por la cintura de Gawin. La otra alrededor de su cuello, acercándolo.

-Puedes confiar en mí, Gawin. Te lo promete.

El tiempo se hizo lento cuando ellos se besaron, sus labios fusionados y sus lenguas en una danza de nuevo reconocimiento y nuevas sensaciones. Tenían todo el tiempo del mundo simplemente para derretirse pecho con pecho, labios con labios, alma con alma.

Gradualmente, sin dejar de besarlo, Gawin empujó los vaqueros y los boxer de Krist por sus muslos. Eso liberó el doloroso pene de Krist y Gawin lo envolvió entre sus dedos.

Krist gruñó, la cabeza inclinada hacia atrás. Gawin mordisqueó su labio inferior, su mentón.

-Hermoso- murmuró, su otra mano en la espalda baja de Krist manteniéndolo recto-. ¿Todo mío?

-Todo tuyo- dijo Krist sin dudas.

Gawin lo liberó y lo empujó hacia la cama. Él se dejó caer voluntariamente dado que creía que sus rodillas no lo soportarían mucho tiempo más, a pesar del apoyo de Gawin. Se acostó de espaldas mientras Gawin cogía sus vaqueros y ropa interior y los bajaba el resto del camino quitándoselos.

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