Capítulo 26.

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#100                                                                        #VPOV

Un teléfono sonaba a lo lejos, una y otra vez.

Puse una almohada arriba de mi cabeza y la apreté tanto como pude contra mis oídos.

Mi cabeza me dolía como nunca en mi vida me había dolido... Ja, ni yo me la creía. Traía una resaca producto de la borrachera de anoche. No me acordaba de nada, solo como llegué a esa fiesta.

Cuando pensé que el teléfono se había dignado a callarse comenzó a sonar de nuevo.

-¿Podrías contestar ése teléfono o por lo menos apagarlo?. - rugió alguien a mi lado.

Me levanté sobresaltada.

Jake estaba acostado boca abajo con la espalda desnuda.

¡Oh vaya!

¿Cómo había llegado éste aquí?

Estábamos en mi casa, él acostado en mi casa tranquilamente.

OH.DIOS.MIO.

Volvió a sonar el teléfono y gruñí.

Lo miré y vi que era el mío, desgraciadamente.

Contesté.

-Oh, Cariño. - una voz melosa me saludó.

-¿Quién habla?

-Tu madre.

Hija de las mil mierdas.

Quité la cobija de mí y me bajé de la cama para ir a la cocina.

-Eres una completa zorra hija d...

-¡Calmate, Victoria!- me interrumpió.

La rabia ya recorría por todo mi torrente sanguíneo.

-¿Qué me calme? ¿Quieres que me calme? ¡PUES NO!- exploté.- Toda mi jodida infancia creyendo que otra persona era mi padre, ¿a que juegas?

Ella suspiró.

-Creí que sería lo mejor para tí.- murmuró.

Me dieron ganas de reírme por su fingida pena, ésa ya me la sabía de derecho y al revés.

-Oh, claro.. Sí, mamá, sí. Como sea. ¿Qué quieres?

-Solo quería saludarte, hacía mucho que no hablaba contigo.

-Hola. Listo, ahora si me disculpas, un tipo bien bueno me está esperando en la cama así que chao.

-VICTORIA, ¿UN CHICO? ¿EN TU CAMA? Oh, no me cuelgues, victoria, tenemos que ha..- y colgué.

Apagué el teléfono y lo puse sobre la barra.

Abrí el refrigerador y tomé directamente del cartón de la leche.

-Vicky, vuelve a la cama, te extraño. - gritó Jake desde el cuarto.

Tragué rápidamente la leche, guarde la leche y corrí hacia el cuarto.

No éramos novios, no éramos salientes, no éramos amigos. En realidad no éramos nada de nada. Solo me acostaba con él cuando había oportunidad. Y todo comenzó cuando salimos aquella vez que nos arrestaron por primera vez, ésa mañana soltaron a Doyle y a todos los demás y fueron a casa, Jake subió a mi piso y ahí comenzó todo.

Estábamos sentados el uno al otro en una cafetería de un parque de diversiones a la orilla del océano.

Ya era noche y estaba lejos de casa. Todavía mi cabeza dolía y aún así seguía bebiendo desde una botella de Vodka que Jake había disfrazado de termo con café.

The Bet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora