Capítulo 41.

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#APOV. 

La foto de Brenda y mía besándonos estaba ya en un porta retratos  mirando hacia mi cama. Y cada vez que me levantaba, la miraba con dolor.

Había intentado hablar con ella por todo éste mes, pero ella simplemente no contestaba mis mensajes, y ni siquiera los leía. Fui a su casa infinidades de veces, pero nunca abrían y la única vez que ésa puerta fue abierta, su papá me dijo amablemente que me fuera y no regresara nunca más.

Llamé, llamé y llamé. A todas horas, no importaba si era muy temprano o muy tarde, solo llamaba rezando por que me contestara.

Sabía que iba a ser doloroso todo ésto, pero no tanto como dolía ahora. Dolía como si mil carros me hubieran pasado encima, me hubieran operado sin anestesia y me estuvieran quemando vivo. Y éso era quedarme corto.

Extrañaba su presencia, extrañaba sus bromas aún cuando estaba triste, extrañaba su olor, extrañaba sus ojos cuando se entrecerraban cuando sospechaba algo, extrañaba sus suaves labios, la extrañaba a ella.

No había aceptado el dinero, por que, aunque ése dinero no era sucio, había lastimado a una persona que amaba para conseguirlo. Aparte, el puesto de mariscal no importaba, ya nos habíamos graduado. Pero el daño ya estaba hecho. Desafortunadamente

Si yo me sentía como la mierda... ¿cómo estaría ella?

Me dormí a media mañana mirando al techo, no supe cuando tiempo dormí hasta que me desperté debido a un violento zarandeo.

-¿Pero que mierda? - dije mientras me quitaba las lagañas de los ojos.

Maïa y Doyle estaban en mi cuarto.

-Tenemos que hablar.- dijo Maïa, seriamente.

Asentí y le dí espacio en mi cama.

Ella suspiró.

-Hoy fui a la casa de Brenda.

Mis ojos se abrieron de golpe al escuchar su nombre.

-¿Qué pasó? ¿qué que le dijiste? ¿te perdonó? ¿me perdonó?

-Sí, me perdonó.... Dijo que era momento de atar cabos sueltos y ésas cosas.. Pero que aún se sentía traicionada. Comenzamos a hablar sobre lo sucedido, ella luchaba contra las lágrimas, de verdad que se notaba la tristeza al momento de que entrabas a su casa, sus ojos estaban apagados, sonreía pero no llegaba a los ojos... Me dolió tanto verla así.

Un golpe bajo, debía decirlo, ella estaba así por mi culpa.

-Pero me dí cuenta de una cosa, y me alegró bastante.... - me miró y sonrió.- trae una pulsera de dijes, y ahí está el ave que le regalaste.

Me levanté de la cama, incrédulo.

-¿enserio? - ella asintió.- Whoa, éso debe de significar algo, no sé. Tal vez pueda hablar con ella hoy en la tarde o tal vez mañana.

Comencé a hacer planes para ir a su casa y contarle todo de cabo a rabo, pero Maïa irrumpió en mis pensamientos.

-Ella fue... aceptada en Standford.

Me alegré todavía más, iríamos a California juntos.

-Y se va hoy a California. - continuó despacio.

-¿Qué? - grité.

-Bueno, mas bien, cuando hablé con ella ya iba de salida. Debe de estar en el aeropuerto ahora.

Me puse mi suéter y tomé las llaves de mi carro.

Salí del cuarto corriendo, yendo hacia la salida. Pude oír como Doyle y Maïa me seguían.

The Bet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora