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Esa sensación en tu pecho de miles de mariposas, como, cuando ganabas la rifa por la que compraste más de diez boletos, o anunciaban la fecha de la segunda temporada en tu serie favorita, incluso cuando podías conseguir boletos para ver a tus artistas favoritos en primera fila. Esa, justo esa sensación de alegría, paz y sentir que todo estaba yendo tan malditamente bien que piensas que en cualquier momento despertarás de un sueño y volverás a tu patética vida.


Así, se sentía Jungwon en ese instante.



La noche anterior con todo lo sucedido en casa de Jay, su pecho brincaba cada que su corazón palpitaba. El rubio le había sugerido dormir con él esa noche, cosa que Jungwon se negó, y a pesar de que el mayor insistió, no hubo respuesta afirmativa.

A pesar de ser más de media noche Jay lo acompaño hasta su casa, ambos caminaron bajo la luz de la luna y las lámparas nocturnas, siendo únicamente la compañía del otro.



Así, que ese tarde el menor aún seguía en su sueño, porque así lo sentía.



Su cuerpo estaba firme en su cama, dejando que su mirada se posara en el techo de su habitación, maeumi descansa en sus pies, calentando a pesar de ser verano. El timbre sonó, y de inmediato supo de quien se trataba, su mejor amigo, con el cual horas antes habían acordado verse.


Bajo las escaleras hasta llegar y abrir la puerta, saludando al pelirojo como normalmente lo hacían, ambos, caminaron hasta la habitación de Jungwon, dejándose hundir en una larga platica, tanto, que la noche llegó.




— Y. . .¿pasaste la noche con Jay? — El castaño casi escupe su propia saliva por la pregunta tan repentina de Heeseung.




— Estas loco de remate — Exclamó fingiendo indignación. — Claro que no, prácticamente él es mi jefe.





— Los empleados no se besan con sus jefes — Heeseung soltó una escandalosa carcajada por la expresión de vergüenza de su amigo.




— Maldito descarado — Renegó — Claro que no, estuvo trabajando con él hasta tarde y. . .— pareció pensarlo un poco — después de eso solo me acompaño a casa, no sucedió nada más.






— voy a fingir que te creo — Como respuesta, Heeseung recibió un fuerte almohadazo proporcionado por su pequeño amigo.







— A todo esto, ¿que querías decirme? — Heeseung lo miró de manera seria, muy pocas veces Jungwon había podido ver aquella mirada en su amigo, sabía que se trataba de algo serio.





Los versos de un tonto guitarrista - Jaywon -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora