Cuerdas y Lente

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— Y. . .fin.



— ¿¡Qué!?, ¿Cómo que fin?, No puede ser ese final, solo se encuentran en el río Han, ¿¡Y ya!?, ¡Me niego! — Un joven de catorce años jalaba cruelmente su cabello mientras realizaba un berrinche en sofá de la sala.





— ¿Qué quieres mocoso?, Ya no recuerdo que más sigue — El adolescente de cabello negro se dejó caer de manera dramática una vez más, soltando un quejido.




— Eso es porque eres viejo — El adulto, se mostró sumamente ofendido, realizando un berrinche mayor que el adolescente.





— Seongju, no molestes a tu tío, no es su culpa tener demencia precoz — Un bonito chico de cabello castaño habló mientras entraba por la puerta principal de aquel departamento, cargaba un par de bolsas de mandado, abarcando posiblemente toda su vista, sus manos descansaron en el momento que estas terminaron sobre la barra de la cocina.




— ¡papá Won, el tío Heeseung no sabe contar historias! — Aquel muchacho con memoria a corto plazo, paso su manos sobre su cabello ahora azul oscuro de manera ofendida mientras observaba a su mejor amigo tratar de ocultar su risa.




— Gracias por cuidar a Seong, Hee, eres el mejor. — Jungwon ofreció una sonrisa.




— No era necesario, ya se cuidarme solo — Sus palabras fueron calladas por la risa entrando por la puerta principal.



— La última vez que estuviste solo, incendiaste mitad de la cocina — El joven pelinegro observo a Heeseung y luego a Jungwon, antes de protestar ante las burlas de su familia.




Park Seongju, catorce años, pelinegro y tan alto como Jungwon, el pequeño adolescente había sido adoptado a la edad de cuatro años, era un pequeño niño que vivió toda su vida en aquel horrible orfanato lleno de personas que nunca le prestaban atención, niños crueles que tiraban su pelota fuera de las bardas, así dándola por pérdida.

Una tarde de hace diez años, una bonita pareja llegó buscando un bebé que adoptar, le pareció fascinante aquella aura que emitían ambos, los rizos del más bajo eran tan hermosos que enredo sus dedos horas y horas en ellos, y ni que decir de la bonita sonrisa del otro sujeto que tenía cara de que en cualquier momento le gritaría, pero luego de convivir un par de minutos se dio cuenta que era realmente lindo y amoroso.


Fueron meses largos y eternos, pero cuando por fin puso un pie en ese departamento, se sintió el niño más afortunado, sus papis eran los mejores, y maeumi mordía mucho.




— ¿Porqué no me preguntas al viejo amargado de allá?, El se sabe mejor la historia de lo que pasó después — Seongju asintió feliz mientras corría a los brazos de su padre, atrapandolo en un gigantesco abrazo de oso.


Los versos de un tonto guitarrista - Jaywon -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora