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Las lluvias llegaban con el frío clima de las tardes de otoño, el sol que iluminaba gran parte del día era cruelmente tapado por las intensas nubes grises que no tardaban en hacer presencia su llanto. El otoño también daba aviso sobre la llegada del invierno que aquello solo diría lo pronto que el año estaba por terminar, lo rápido que había pasado el tiempo desde aquella noche de primavera que lo vio por lo que creyó ser la primera vez en el bar, o para el contrario, el invierno significaba la primera vez que su corazón latió por alguien, esa madrugada con fuegos artificiales de por medio, esos mismos que le dieron la bienvenida al año nuevo.

Los estruendos de esa noche, no sabía si era la pirotecnia o su corazón palpitando tan fuerte por aquel bonito castaño de mirada gatuna.

Las notas de la guitarra o la voz sonando por los parlantes no permitían que el menor pudiese escuchar sus propios latidos por el guapo guitarrista.


Ambos cayeron perdidamente por el otro, con la única diferencia de días diferentes, años diferentes ó épocas del año, diferentes. Pero con el mismo propósito, dejar que su alma se vuelva una, que su corazón lata al mismo ritmo o que sus suspiros sean solo para ellos. Su destino siempre fue conocerse, amarse, y tratar de buscar un final feliz, no sabía lo que les deparaba el futuro, pero harían lo posible para lograr que aquel, fuera de ambos, se amarian hasta que la última página de su libro se cerrará.


La lluvia de ese día había comenzado desde que el sol asomo, y a pasar de ser tarde no daba señales de parar. Jungwon observo por la ventana suspirando con cansancio, según la señorita del clima esa mañana había dado aviso que aquellas lluvias solo durarían hasta poco después de medio día. Se levanto a pasos cansados hasta llegar a la habitación donde se encontraba su novio,  lo observo recostado sobre la cama y parte de la pared con su guitarra en manos, estaba tocando algunas notas al azar mientras su mirada se perdía en las cuerdas de aquel instrumento eléctrico, Jungwon se recargo sobre el umbral de la puerta, cruzo sus brazos sobre su pecho y dejó su mirada viajar por el cuerpo del rubio.


Se ven tan malditamente sexi.


Dejo salir una suave risa por sus propios pensamientos, logrando captar la atención del mayor, quien, lo observó algunos microsegundos antes de sonreirle de vuelta, el castaño quito su cuerpo de la puerta y camino hasta la cama, subiendo a ella y dejándose caer sobre el colchón, por el contrario, el rubio quito el aparato de su cuerpo, dejando este a un lado y llamando al menor para que se posara sobre su pecho, cosa que obedeció, recargando su mejilla sobre la tela de la camisa del mayor, podía escuchar su respiración y latidos mientras esté lo abrazaba por la cintura y parte de la espalda, logrando que se hundiera más y aspirase su aroma, dejando que esta lo relajará, Jay dejaba besos suaves sobre su cabellera y de vez en cuando susurraba un "luces tan lindo", logrando que el castaño se avergonzara y riera suave.






Los versos de un tonto guitarrista - Jaywon -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora