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Dos días, llevaba dos días en cama, no comida, no agua, absolutamente nada más que, dormir. Esa estaba siendo la rutina de Jungwon en ese instante; se sentía triste, insuficiente, frustrado pero también muy enojado, estaba siendo un mar de emociones, y ninguna era positiva.


No sabía cómo sentirse al respecto, había sido engañado todo su vida, creció viviendo de mentiras, vamos, no culpa a su padre porque sabe que el siempre busco los mejor para Jungwon, aunque a veces, lo mejor hubiera sido solo ser ellos dos. Una vez más, había sido muy despistado. Quería buscar a su madre, aunque no sabía si llamarla así, ¿lo abandono?, ¿porqué?, ¿Acaso no fue un buen bebé?. Quería saber todo, absolutamente todos los detalles, pero ni siquiera sabía quién era ella, o inclusive, si seguía viva, probablemente ahora vivía en otro país, tenia más hijos, o se había casado, simplemente ella no lo quería más; todo era muy frustrante.



Cubrió su pequeño cuerpo con la sabana de la cama, seguía recostado sobre el suave colchón en la habitación de Jay, y a pesar de llevar ya dos días así, el rubio no se molesto con el, no le reclamo por no tener la habitación limpia y ordenada, o porque no quiso probar bocado las primer veinticuatro horas, o incluso, porque apestaba a melancolía y depresión.

Quería ir a casa, o al menos a la que fue suya, recuperar sus cosas, su pequeño maeumi seguro estaría muy asustado, su cámara, había sido un regalo de su padre en uno de sus cumpleaños, ni siquiera tenía su móvil para llamar a Heeseung y pedirle sus cosas esenciales como su ropa. Debía buscar un lugar para quedarse lo más pronto posible, Jay le había prácticamente ordenado que podía permanecer ahí el tiempo que fuera necesario o el quisiera, pero, tampoco quería abusar de su generosidad; no tenía muchos ahorros, se conformaba con una pequeña habitación.

El fuerte sonido de la puerta siendo abierta no pudo hacerlo inmutarse por el mas mínimo segundo, estaba tan perdido en su mundo, ni siquiera el leve susurro exclamando un "perdón", lo saco de ahí.


Sintió la presencia de alguien en su espalda, y una vez más, lo ignoró.







— Levántate — La voz rasposa del guitarrista lo saco de su mundo, obligándolo a verlo — Anda wonie, son casi las cuatro de la tarde y no has probado un solo bocado desde hace días, vamos.





— No quiero — Susurro cubriendo su rostro.



— Vamos lindo, prepare la tina caliente, toma un baño y después comeremos algo delicioso — Jungwon volvió a negar aun escondido, Jay suspiro, debía usar uno de sus dos últimos métodos.





— Anda bonito, ¿Si? — Uso su voz más chillona, pegajosa y dulce que jamás pensó emplear en toda su vida, ¡acababa de pasarla vergüenza de su vida frente al chico de sus sueños! Y este, solo se rió, bajito, pero alcanzo a percibir su suave risa. Pero una vez más, fallo. — Bien, no me dejas otra opción.

Los versos de un tonto guitarrista - Jaywon -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora