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Ser un chico de veinte años, sin amigos, ni algún tipo de vida social durante el descanso en la universidad, no era la mejor sensación para Jungwon, no todo el tiempo había sido así, pero, su único amigo era Heeseung. Ambos se conocían desde que la eran unos bebés prácticamente, crecieron juntos, a pesar de la diferencia de edad entre ambos; supieron sobre llevar aquella amistad.

Heeseung siempre estaba con él durante los descansos, así fue desde el preescolar. Recuerda que siempre, había dos años antes de volver a compartir escuela, durante el preescolar, Heeseung pasó a la escuela primaria, Jungwon estuvo ahí meses después, lo mismo sucedió en la  secundaria y de esa manera hasta la universidad. Y ahora, su mejor amigo se había graduado hace casi dos años; así es, Heeseung se pudo graduarse.

Jungwon nunca se vio en la necesidad de buscar una nueva compañía, durante su niñez no extrañaba tanto al mayor, ya que los niños solían jugar todos juntos, durante la secundaria estaba tan lleno de trabajo, y con la muerte de su padre, ni siquiera tuvo tiempo de pensar en lo solo que estaba. Pero ahora, ver a las bancas llenas, las risas, y todo, lograba que se sintiera, mal. Tenía veinte años y aún le daba miedo hablar con algún extraño.

La única persona que conocía en aquel lugar era a Jake; no podía llamarlo, el novio de Heeseung, ya que ambos no habían formalizado nada. Eran más, amigos con derechos, pero de igual forma, el pelinegro de pecas tenía su grupo de amigos, hablaba con el de vez en cuando durante las clases que compartían, pero no más allá.

Recuerda, que siempre fue Heeseung quien lo buscaba a él, Jungwon siempre esperaba alejado de su facultad al mas alto, cada día lo veía despedirse de un pelinegro con gafas enormes, muchas veces llego a sentirse mal, sentía que el pelirrojo dejaba su vida social para estar con él, aunque este muchas veces le recalco que no era así.

Lo extrañaba.

Apretó los colgantes de su mochila, sobre pensar las cosas solo lograba que terminará llorando. Saco sus fieles compañeros durante los últimos meses, su par de audífonos. Incluso había creado un playlist específico para esos interminables sesenta minutos donde estaba completamente solo, había de todo un poco, desde canciones para rupturas amorosas, las cuales el castaño sufría cada que alguna se reproducía, a pesar de que no había siquiera caminado de la mano junto a alguien.

Subió el volumen al máximo, quitando su mochila de sus hombros, dejando esta sobre la mesa de concreto. No había más que su laptop y un par de libretas en ella, dejó caer sus brazos de igual forma, mientras se sentaban sobre las fría silla, recargo su cuerpo tratando de descansar su espalda.

Una melodia muy conocida comenzó a reproducir, era por mucho su canción favorita. La linda letra llena de sentimientos de amor, la melodía suave, y la voz del cantante, lograban que en su mente se comenzarán a reproducir escenas de aquella relación soñada que tenía, donde al final, vivían su felices para siempre.

Los versos de un tonto guitarrista - Jaywon -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora