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La navidad estaba a solo unas horas, la pareja había decidido pasar aquella fecha con la familia de Park, claro, la madre de Jungwon fue de igual forma invitada, para el castaño era la primer navidad en años donde no se sentía solo, donde no había dolor en su corazón.

El flash de la cámara mareo un poco al rubio, quien caminaba por el pasillo del centro comercial, Jungwon no tardo en disculparse al ver como su novio se tambaleo, aunque el mayor no le creyó mucho cuando este reía al mismo tiempo que pedía perdón.

Después del caótico momento ambos caminaron tomados de la mano por la variedad de tiendas, querían llevar unos bonitos regalos para la familia Park y la madre de Jungwon. Habían pasado solo un par de días desde que Jay abandono a aquel hombre testarudo, no sentía la más mínima culpa, había sido un excelente decisión.

Ambos pasaron por una tienda de peluches, el rubio encontró un lindo gatito negro entre los afelpados, lo coloco a lado de su rostro imitando la mueca del peluche, y cuando un nuevo flash salio, se arrepintió  ahora estaba grabado en fotografía aquella humillante situación.


— no pongas esa cara, luces lindo — Jungwon se apresuro a hablar luego de tomar una fotografía más, pero esta vez, a los peluches.

— últimamente tomas demasiadas fotografías. — Hablo bajito mientras se acercaba al castaño, tomándolo por la cintura y atrayendolo a su cuerpo.

— Estoy preparando algo — Susurro por la cercanía que había entre ambos, el mayor no dudo en apretar su agarre y juntas más sus cuerpo, logrando que sus pechos pegaran — Jay, estamos en público.

— ¿Y?

— Jay. . .

— Ah. . .esta bien — Antes de soltar su agarre no dudo en atacar los labios del más bajo, logrando que el chasquido de sus bocas sonará por el pasillo vacío con unico espectador aquel montón de peluches, sus bocas danzaban suave pero al mismo tiempo necesitadas, sus ojos cerrados y la mano del rubio en la pequeña cintura del más bajo, una corriente eléctrica paso por ambos, y cuando la canción navideña sonó por los altavoces, ambos se separaron.

El mas alto no mostró el mínimo arrepentimiento, y el menor, no pudo borrar su sonrojo por el resto del día.

Al final, se decidieron por algunos presentes simples, llevaban varias bolsas de regalo en manos, y al llegar la tarde noche, ambos estaban listos para salir.


— ¿llevas todo? — El castaño habló observando a su novio con las bolsas de regalo.

— Si, creo. . .espera, olvide mi teléfono. — El más bajito soltó una leve risa, sabía que el rubio solía siempre dejar algo en casa, y por eso siempre se encargaba de recordarle cada cosa.

Los versos de un tonto guitarrista - Jaywon -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora