Sábado, seis días antes.Lo primero que María José pensó cuando entró en aquella abarrotada suite de un hotel de Las Vegas y vio a la sonriente castaña que llevaba una copa de champán en la mano fue que quería tirársela.
Lo segundo, que era una putada que esa curvilínea mujer perteneciera a Ben, su antiguo compañero del servicio militar.
—¿Ella lo sabe? —preguntó María José.
Ben se tomó el último trago de cerveza de
la botella, apoyado contra la pared.—No —gritó por encima de la ensordecedora melodía que inundaba la estancia—. Será una sorpresa. Fui yo quien planeó venir a Las Vegas para celebrar su cumpleaños y cumplir su fantasía. Después de todo lo que ha tenido que pasar últimamente, cuando me lo contó... —soltó un eructo con olor a cerveza y se apartó el pelo oscuro de los ojos vidriosos—, lo organicé todo.
Quizá fuera así, pero María José sospechaba que Ben se reservaba algo. Hacía seis años que era agente del FBI y todavía seguía viva porque hacía caso a lo que le decía su instinto.
—¿A ti te parece bien?
—Sí. — Ben ya no pronunciaba con claridad—. Maldita sea, es muy vehemente en la cama. Muy apasionada. Es por esa ardiente sangre latina. —Se inclinó y sonrió ampliamente—. Le gusta gemir y arañar.
Las palabras crearon una imagen que hizo que María José se pusiera dura como una piedra.
Ella estando en la cama con la castaña, desnudas y sudorosas; aquella voluptuosa boca gimiendo su nombre mientras le clavaba las uñas en su espalda al tiempo que le acariciaba los exuberantes pechos con la nariz sin dejar de penetrar implacablemente el hinchado sexo de la joven con su miembro. Eso era lo que deseaba y haría todo lo necesario para que ocurriera.
Para nadie era un secreto que la morena tenía un gran miembro entre las piernas que hacía gritar a las mujeres.
La castaña estaba enfrascada en una conversación con una mujer hispana un poco mayor que ella y otras dos jóvenes delgaduchas de su edad que llevaban unos tacones de infarto, el pelo teñido de rubio y pechos de silicona. Éstas hicieron bostezar a María José, pero la castaña...
Como si sintiera su mirada, la hermosa joven levantó la vista. Sus ojos se encontraron. «¡Oh, sí!»
Exudaba sexo por cada uno de sus poros.
La atracción le hizo sentir una punzada en
el vientre y le aceleró la sangre en las venas.«Maldición, es preciosa.»
Enredar los dedos en ese pelo castaño y sedoso mientras reclamaba su cuerpo y su boca —con ella esposada impotente a la cama— haría que valiera la pena cualquier cosa que hubiera tenido que hacer para conseguirlo. Incluso a más de diez metros, generaban tanta química sexual que la morena tenía los testículos a punto de reventar. Pero era mucho más que pura química. María José tenía ya treinta y dos años y conocía la diferencia. No sólo la deseaba, quería conocerla, descifrarla, poseerla.
¿Por qué?
La joven miró brevemente a sus acompañantes y luego a la morena. Sus pupilas eran color avellana, matizadas con un tono verde musgo
y rodeadas por un halo negro. Poseía un cutis perfecto y dorado. Otro estremecimiento la atravesó.La amplia sonrisa de la joven se desvaneció un poco.
La castaña le sostuvo la mirada y respiró hondo. Le latía el pulso en el cuello. Se humedeció los exuberantes labios con la punta rosada de la lengua.
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Pero Tú!
Fanfiction(Adaptación Caché +21) 𝑼𝒏𝒂 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒊𝒂 𝒔𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕𝒂... María José Garzón (Poché) tenía todo lo que deseaba hasta que una bala le hizo replantearse su trayectoria como teniente en la Marina. Inquieta e insegura sobre su futuro, acepta una i...