Capítulo 11

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Sé que les dije que volvía actualizar el fin de semana, pero esté cap lo terminé antes y quise subirlo. Es bastante extenso. El cap 12 estará disponible el sábado en la tarde, y también será extenso. Espero que lo disfruten.

Pd: Esté capítulo lo edité escuchando Love On The Brain de Rihanna. Pueden escucharla mientras lo leen.
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Pov: María José

Era casi medianoche cuando aparqué el todoterreno de Nick frente al apartamento de Juanjo, al noreste de Dallas. Había sido un día duro tras una noche aún más azarosa, pero era capaz de pasar muchas horas sin dormir. Incluso días si tengo que hacerlo.

Miré a Calle, acurrucada a mi lado y apoyada beatíficamente en mi hombro. No me gustó ver sus ojeras ni que se haya negado a cenar cuando me detuve en el trayecto. Durante el viaje, ella apenas había abierto la boca. Me negué a dejarle usar el móvil para ponerse en contacto con su familia, en especial para decirle dónde iba y con quién estaba. Después de que le explicara que su aparato podía estar intervenido, se sintió frustrada pero renunció a ello.

En su lugar, usó un teléfono público para llamar a Juli, asegurarle que estaba bien a pesar de lo que pudiera escuchar en las noticias, y para avisar a su madre. Luego llamó a su jefe para pedir la semana libre.

Después, ya en el interior del todoterreno, la vi llevarse las rodillas al pecho y fijar la vista más allá del parabrisas con la mirada perdida, como si fuera un caparazón vacío. ¡Joder!, haría cualquier cosa con tal de borrar esa expresión de su cara. Cuando atrape al hijo de perra que la amenaza, lo haré comerse sus propias pelotas.
Pero antes tengo que encargarme de mi esposa.

La sacudí suavemente para despertarla.

—Ya hemos llegado, cielo.

—Hmm. —Ella agitó las pestañas y separó los labios.

Al verla hacer eso me puse dura al instante. Conteniendo el deseo de besarla hasta que
se aferrara a mí, empapada, y de hundirme profundamente en su sexo hasta sentir esa intensa conexión que surge entre nosotras,
se movió y le aparté el pelo de la cara.

—Ahora te abro la puerta. Recoge tus cosas.

Por fin pareció escuchar mis palabras. Se puso derecha y cogió el bolso. Salté del todoterreno y me vi envuelta por la noche húmeda y calurosa mientras rodeé el vehículo para abrirle la puerta a Calle. Antes de que ella pudiera protestar, la alcé en mis brazos.

Ella abrió los ojos como platos.

—Déjame en el suelo.

—No me arruines la diversión.

Una sonrisa, que ella intentó ocultar, atravesó su expresión de cansancio.

—Llevarme en brazos no puede ser tan divertido.

—Te equivocas. Me gusta tenerte entre mis brazos. —La alcé un poco más al tiempo que incliné la cabeza y le robé un beso suave.

Sus labios sabían a menta y a vestigios del batido de vainilla que le había conseguido que tomara hacía más de cien kilómetros. A pecado. Calle siempre sabía así, estaba hecha para eso. Y quería compartirlo con ella otra vez.

—Soy perfectamente capaz de caminar —insistió ella. Pero a la vez que protestaba me rodeó el cuello con los brazos y apoyó la frente en mi hombro.

—Sí, y me encanta la manera en que caminas, meciendo las caderas, bamboleando el culo. Hmm...

Ella suspiró.

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