—Vale. —Suelto el aire de golpe y asiento temblorosamente con la cabeza—. Si no me agobias demasiado, intentaré someterme a ti.
Ella sonríe.
—Te pareces a Yoda. Pero la cuestión no es intentarlo, sino hacerlo.
Sí, con Poché es todo o nada. Y hasta entonces, lo ha hecho todo a medias. Si quiero eso, si quiero realmente que ella colme esta necesidad, ese doloroso vacío que jamás he logrado satisfacer, voy a tener que cooperar. Poché no podría proporcionarme aquella elusiva satisfacción final si no se lo permito
—Bueno —tragué saliva—, lo haré.
Una decidida expresión de satisfacción inunda sus sombríos rasgos.
—Gracias.
Aquella mirada me llenó de placer.
Por lo general, no me importa nada lo que pensara nadie. Mike había conseguido que no me esmerara demasiado en complacer a nadie. Pero por alguna razón, con Poché es diferente. Sí, a menudo resulta insistente e inquebrantable, lo que quiere decir que a veces me hace rechinar los clientes de frustración, pero no parece querer darme órdenes sólo por el placer de satisfacer a un yo cavernícola ni por demostrar quién lleva el control en esta relación. Tiene un propósito. Y si quiero sus sonrisas, su afecto y aquellas caricias suaves y perfectas —y ese orgasmo que me había negado antes— voy a tener que hacer lo que diga.
Me roza la mejilla con ternura y me cubre los dos labios con los suyos. Mis pensamientos se disuelven. El beso fue una caricia más suave
que un susurro, pero más impactante que un martillo. Suspiro temblorosa. Una agitada sensación me atraviesa los pechos y mis pezones se erizan otra vez. Esa emoción va más allá del simple deseo de que me toque, se ha convertido en un alocado anhelo de ser importante para Poché. Me ha traspasado el corazón haciéndome consciente de una conclusión aterradora: nosotras debemos fusionarnos por completo.Me doy cuenta de que Poché se contiene porque la ansío.
Arqueo el cuello todo lo que me permiten las cadenas y uno mi boca a la de ella en una súplica silenciosa. Me ofrezco, me curvo hacia ella, diciéndole de mil formas sutiles que es bienvenida.
En lugar de aceptar lo que le ofrezco, Poché se aparta y me mira fijamente como si fuera un
acertijo que debe resolver. Estar desnuda bajo
la tenue luz, prisionera de su penetrante
mirada, me hace ser consciente de mi propia piel, del ventilador que gira en el techo haciendo que una fresca brisa me roce los pezones expuestos, de la carne hinchada y mojada entre mis piernas.Atada como estoy, no puedo ocultar nada. Pero en lugar de retorcerme de incomodidad como
es usual, noto que la sangre me hincha más los pezones y el clítoris, que me hormiguean la
piel.La mirada de Poché es íntima, voraz. La gruesa cordillera de su miembro es perceptible tras
la cremallera de sus vaqueros. Saber que soy yo la que la pone en ese estado me hizo sentir una emoción casi ridícula. Me arqueé, ofreciéndole los pechos sin palabras, necesitando que los
tomara.Como si me leyera la mente, Poché pasa su dedo por mi pezón antes de dibujar una línea por encima de mi vientre hasta mi anegado sexo. Ligero y juguetón, cada roce tiene como finalidad excitarme todavía más. Me atraviesa una nueva oleada de placer.
—¿Qué es lo que quieres, cielo? Dímelo.
Lo que quiero es que me cubra con su cuerpo, que cada centímetro de esa erección que abulta sus pantalones se hundan profundamente en mi sexo mientras me esfuerzo por alcanzar un clímax asombroso.
Alzo las caderas hacia ella en una silenciosa invitación, esperando que comprenda. Ella clava la mirada más abajo, entre mis piernas, pero no se acerca a mi.
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Pero Tú!
Fanfiction(Adaptación Caché +21) 𝑼𝒏𝒂 𝒇𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒊𝒂 𝒔𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕𝒂... María José Garzón (Poché) tenía todo lo que deseaba hasta que una bala le hizo replantearse su trayectoria como teniente en la Marina. Inquieta e insegura sobre su futuro, acepta una i...