𝐎𝐥𝐲𝐦𝐩𝐮𝐬

•03•

“Ciertamente no morirás”, le dijo la serpiente a la mujer.  “Porque Dios sabe que cuando comáis de él, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”.

-Génesis 3:4-5

Tn estaba cansada. Tan, tan cansada.  Miró a su madre pero ella no miró hacia atrás, con los ojos fijos en la Biblia en sus manos. Tn le envió a su propia versión una mirada triste, queriendo exhalar una bocanada de aire, pero sabía que hacer un solo sonido resultaría en una reprimenda.

La voz de su padre era monótona mientras leía, viejas y complicadas frases que sólo hacían que el cerebro de Tn se sintiera confuso. Miró a su hermano pequeño, esperando que él también se aburriera. Pero como era de esperar, el escuchaba intensamente a su padre, con los ojos iluminados mientras seguía las palabras.

Tn miró brevemente la ventana, preguntándose si a sus padres les importaría que escapara por ella.  Teniendo en cuenta que le habían quitado el teléfono en el momento en que cruzó la puerta, probablemente.

Tn trató de mantener su respiración discreta mientras cerraba los ojos, arrepintiéndose ya de haber regresado a casa para Chuseok. Su madre le había suplicado y ella ni siquiera había tomado la decisión final hasta el último minuto.

Había querido hablar con las demás... pero entonces todo el asunto con Lisa y Winter había sucedido.

Tn reprimió otro suspiro. Había estado tan enojada la noche anterior que se detuvo en casa, tomó sus cosas, que ya habían sido empacadas para su salida anticipada, y pasó la noche en la Estación Central de Trenes de Seúl, esperando el primer tren. Había apagado su teléfono enojada, no estaba lista para hablar con nadie hasta que sus pensamientos estuvieran en orden.

Se sintió traicionada y enojada, pero sabía que si hablaba antes de ordenarse, diría algo que no quería decir. Y aunque Tn estaba enojada con Lisa, no merecía enfrentar la ira de Tn sin enfriarse.

Solo había dormido un poco en el tren, sus ojos ahora pagaban el precio ya que ardían con cada parpadeo. Esperaba poder tomar una siesta más tarde en la tarde antes de tener que pasar el resto de la noche preparándose para el día siguiente. Su madre ya había preparado muchos de los ingredientes que ahora esperaban en el refrigerador, pero la gran mayoría aún estaba esperando que llegara el momento de prepararlos.

Sabía que la mitad tenía su nombre, especialmente la pequeña montaña de brotes de frijol que había visto cuando fue a buscar un vaso de agua.

Mañana irían a casa de sus abuelos paternos, como de costumbre, pasarían allí todo el día y llegarían a casa hasta bien entrada la noche. Ni siquiera podría dormir hasta tarde, dependiendo completamente de acostarse temprano.   Sus ojos se arrastraron hacia el reloj de la pared, preguntándose cómo podía ser sólo mediodía.

Se sentía como si hubiera estado despierta durante horas, sentada aquí, escuchando a su padre hablar durante una eternidad… incluso si solo hubieran sido unos buenos veinte minutos.

Tn había tenido la intención de enviarle un mensaje de texto al menos a Rose tan pronto como llegara a Busan, y no desaparecer por completo, pero su padre había estado de mal humor. O más bien, había echado un vistazo a la apariencia crujiente de Tn y decidió que estaba pecando, confiscó su teléfono e hizo que toda la casa estudiara la Biblia.

Para limpiarlos del pecado mortal. O algo así. Para ser honesta, Tn había estado demasiado agotada como para siquiera preguntarse qué estaba pasando el hombre.

Tn había leído la Biblia muchas veces.  Lo leyó de principio a fin y otra vez, tratando de encontrar algún lugar donde describiera a Dios tal como lo sentía, cualquier lugar que le permitiera a Tn ser ella misma. Pero ahora, al mirar las palabras, se sentían más vacías que nunca: cuentos de hace miles de años que intentaban dictar la vida de los vivos.