Capitulo 26: Rojo y Plata

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Rhaena Targaryen observó cómo Luna Lovegood dejaba caer unos colmillos de serpiente en uno de los calderos robados del taller de la reina Visenya. Rhaena había logrado introducirlo en el barco. Cuando su padre se dio cuenta, ya era demasiado tarde. Sin embargo, le había permitido quedárselo y le había prometido que se lo traería cuando volviera.


Luna estaba creando una cura para los forúnculos. Una poción sencilla que se podría hacer. Uno que se enseñó durante el primer año de magia. Al menos eso fue lo que afirmó Luna.


Rhaena se sintió decepcionada cuando no pudo hacer la poción también. Se necesitaba una varita. Algo que ella no tenía. Luna había tenido la amabilidad de permitirle a Rhaena probar su propia varita, pero la rechazó por completo. ¡Voló a través de la habitación para su horror! Rhaena casi había roto a llorar.


—Ojalá hubiera una magia más fácil de aprender —suspiró Rhaena, porque tener una docena de cortes de papel en los dedos no era nada divertido. Rhaena estaba empezando a apoyarse en la teoría, ya que los numerosos cortes la estaban volviendo aburrida. Había adquirido el hábito de pincharse el dedo con una aguja, lo que la ayudaba... dependiendo de lo que le pidieran.


Estaba empezando a creer que aprender magia de sangre no valía la pena y por qué los Valyrianos estaban tan dispuestos a sacrificar a sus esclavos. La magia de sangre era dolorosa si se hacía correctamente. Horas y días de dolores y molestias.


Luna levantó la vista de su caldero, una nube de humo se elevó en el aire. "Sí, la magia de sangre es difícil".


No era ningún secreto que a Luna le disgustaba, especialmente por su historia. De todos modos, estaba ayudando a Rhaena a aprender.


—Es frustrante, eso es todo —suspiró Rhaena—. Descifrar las palabras en valyrio.


Lo habían encontrado bastante importante. No podía quedar nada librado a la interpretación. Fue entonces cuando las cosas se pusieron feas. El otro día Rhaena intentó invocar dulces usando la palabra 'dōna'. Había terminado con un montón de azúcar en lugar de dulces. Y un corte extra como para castigar a Rhaena por su tontería.


Su padre le hablaba a menudo en alto valyrio y ella se sentía cómoda con ese idioma, pero la lengua común seguía siendo su lengua materna. Cada vez que deseaba intentar un nuevo hechizo, hacía que Luna debatiera todos los posibles significados de una palabra. Sacando diccionarios y todo. La próxima vez puede que no sea tan sencillo como invocar azúcar. Había tenido suerte de que fuera algo tan benigno.

Guía de Luna Lovegood para los príncipes encantadores*TRADUCCION*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora