Capitulo 13: No se ve un tobillo

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Daemon Targaryen entrecerró los ojos mientras observaba a Luna y Aegon comer un plato de cucarachas de mar.


Eran una pareja tan excéntrica como decía la gente. Parte de Daemon no había creído los informes. Que Alicent podía permitir que el pequeño monstruo de su hijo desperdiciara sus perspectivas de matrimonio. Al mirarlos, todavía no estaba claro por qué su matrimonio seguía siendo de buena fe. Especialmente con Luna no embarazada.


Daemon intentó encontrar a los bastardos de Aegon. Que eran cuatro fue todo lo que pudo descubrir. Nada más que eso. No había sirvientes que cuidaran a cuatro niños de cabello rubio. No hay niñeras misteriosas pagadas por las arcas de Targaryen. Nadie que los alimentara o bañara.


Nadie pagó para matarlos.


Si Luna Lovegood los hubiera asesinado, los cuerpos no podrían desaparecer sin más. Terminarían en alguna parte. Los niños muertos eran algo de lo que la gente hablaría. Cuanto más aprendía Daemon, más confusión tenía.


Una vez que Alicent se distrajo con su hija, Daemon besó la frente de su esposa, diciéndole que no lo esperara esta noche y caminara por los pasillos familiares de la Fortaleza. Silbando una canción de cuna valyria mientras avanzaba, con la mano apoyada en la empuñadura de Dark Sister. Una de sus posesiones más preciadas.


Se detuvo en una puerta, miró a izquierda y derecha, antes de entrar.


Un par de medias estaban tiradas sobre el tabique y una camisa de color verde oscuro sobre el respaldo de una silla. Sobre una cómoda había un cáliz desechado que los sirvientes aún no se habían llevado. Cuando aspiró el contenido, el dulce aroma del vino se pegó a su nariz. Examinó el tocador, jugueteando con los cajones en un intento de encontrar compartimentos ocultos. Al no encontrar ninguno, se acercó a la chimenea y cogió un libro en miniatura. Hojeando las páginas en un rincón oscuro de la habitación.


Es un lugar extraño aquí. Uno que carece de magia. No parece haber mucho cuando se trata de criaturas peligrosas, pero lo es....


Siguió leyendo el libro y se dio cuenta de que era una especie de diario. Uno que un maestre podría conservar cuando experimente para ayudar a realizar un seguimiento de los pensamientos. Basándose únicamente en la letra, supo que era la de Luna. Los garabatos de pollo de Aegon eran apenas legibles.

Guía de Luna Lovegood para los príncipes encantadores*TRADUCCION*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora