Capitulo 3: La ramera impía

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Aemond Targaryen lanzó una mirada desconfiada hacia la bruja que estudiaba a su lado con tanta inocencia.


No había pruebas de que Luna Lovegood fuera tal cosa, pero él estaba seguro y su madre también. Eso fue suficiente para él. La Reina intentó en numerosas ocasiones que despidieran a Luna, pero el Rey no escuchó nada al respecto sin pruebas. Con demasiadas esperanzas, ella era de una familia olvidada en Valyria que de alguna manera sobrevivió.


Parecía tan valyria como los bastardos de Rhaenyra.


No es que se parecieran en ningún aspecto. Pero al menos los tres bastardos de Rhaenyra dibujaron algo de la estructura ósea de su madre, incluso si heredaron esa desafortunada nariz respingona del difunto Sir Harwin Strong. La única razón por la que el rey Viserys pensó que Luna podría ser valyria fue por sus ojos plateados. Eso, y Aegon mencionando a Vhagar ni a Sunfyre intentó quemarla. Ambos dragones eran particulares acerca de a quién permitían acercarse a ellos.


Los de Valyrian no tenían ojos plateados. Tenían morado y azul.


Pero nadie era conocido por la plata.


"¿Podrías leerme esto?" -preguntó amablemente.


Hoy llevaba plumas suaves y esponjas colgando de sus orejas y una gran pluma de ganso metida en la parte posterior de su trenza. Constantemente hacía joyas con los artículos más extraños. Mamá a menudo hacía que Luna se deshiciera de él cuando lo veía.


Aemond fulminó con la mirada su presunción. " Leelo . Ellos te enseñaron cómo hacerlo".


La chica dejó escapar un suspiro de nostalgia. "Lo hicieron. Sólo es frustrante. Leo a la velocidad de un niño. Pero tienes razón. Debería practicar".


El maestre la hizo leer un libro sobre las familias de Poniente. Una lectura seca, aunque mientras hojeaba los pasajes sus expresiones faciales se movían como si fuera la historia más fascinante que jamás haya tenido en sus manos.


Al menos su padre podía admitir su extrañeza.


Aegon intentó acostarse con ella el día anterior, para disgusto de todos. Ella había mostrado mucha confusión hasta que Aegon abandonó todas las pretensiones y le preguntó directamente. Ante eso, sus ojos se abrieron como platos. Contándole con evidente confusión las lecciones de piedad del Septa y preguntándole si Aegon adoraba a Los Siete. Fue sólo entonces que el maestre logró sacarlo de la habitación. Desde entonces, todos habían intentado mantener alejado a Aegon. Especialmente su madre. Aegon estaba demasiado interesado en la chica. Probablemente porque a Otto y Alicent no les agradaba. Aegon era peculiar en ese sentido. Dígale que haga una cosa y él se asegurará de hacer lo contrario.

Guía de Luna Lovegood para los príncipes encantadores*TRADUCCION*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora