finalizada ⋮ sacó un cuchillo y taehyung se apoyo en la pared con la boca abierta de par en par, recordaba ese cuchillo. pudo sentir que se estaba sofocando, no podia ser él.
─ eres... tú ─ logró articular, su voz apenas un susurro tembloroso en la...
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JungKook se detuvo justo enfrente de una puerta enorme, la madera tallada en antiguos relieves y un pesado aldabón de hierro en forma de dragón. No había nadie alrededor; el silencio era abrumador y solo se oía el susurro del viento entre los árboles. Las estrellas brillaban en el cielo despejado, y la luna llena iluminaba el camino con una luz etérea.
— Oh, un castillo de vampiros — Soltó TaeHyung, con una voz cantarina y burlona.
JungKook todavía intentaba contenerse de saltar sobre TaeHyung, que era tan adorable y travieso a la vez. Sus pensamientos se debatían entre el deseo de protegerlo y la tentación de dejarse llevar por su ternura. Sacó su teléfono, escribió algo rápidamente, y pronto la puerta se abrió con un leve zumbido. Gracias a la tecnología y a NamJoon, que lo había programado para él. Entró en el patio empedrado y parqueó el auto en un espacio designado.
— ¡Casita! ¡No! ¡No! ¡Ayúda, abusara de mi! — TaeHyung comenzó a entrar en pánico y golpeó la ventana con los puños, sus ojos azules muy abiertos y brillando con una mezcla de miedo y confusión.
JungKook puso los ojos en blanco y abrió la puerta del auto, inclinándose para sacarlo.
— ¿Y quién lo hará? — Preguntó con una mezcla de exasperación y ternura, mientras lo sacaba del vehículo.
Las mejillas de TaeHyung estaban rojas, su aliento tenía el aroma dulzón del alcohol, y sus ojos, aunque turbios como los de un borracho, brillaban intensamente bajo la luz de la luna. JungKook casi se perdió en ellos.
— ¡B-Bunny! Lo hizo antes — Murmuró como un bebé haciendo pucheros, luego miró la cara de JungKook, sus facciones suavizándose por un momento — ¡Oh, Dios mío! ¡Eres tú! Maldito mentiroso — Señaló al azabache con un dedo tembloroso, mientras este lo arrastraba hacia la entrada. Luchaba por soltarse de su agarre, sus movimientos torpes y desesperados.
JungKook puso su dedo sobre el escáner biométrico, escribió su código y la puerta se abrió con un leve chasquido. Entró con TaeHyung, quien seguía murmurando palabras incoherentes mientras reía o hacía pucheros. La mansión estaba envuelta en una penumbra acogedora, con luces tenues y sombras que bailaban en las paredes.
Subieron las escaleras, el eco de sus pasos resonando en el vacío, y JungKook lo llevó a una habitación amplia y elegantemente decorada. Sin esfuerzo, levantó a TaeHyung y lo dejó caer sobre la cama, haciendo que rebotara en el colchón suave y mullido.
— ¡Ay! ¡Oh, es genial! — Se rió, comenzando a saltar en la superficie acolchonada, su cabello esponjoso moviéndose hacia arriba y hacia abajo con cada salto.
JungKook lo miró, una mezcla de diversión y frustración en su expresión. Recordó cómo se ponía TaeHyung cuando estaba borracho, pero esta vez parecía peor debido a las drogas. Apretó la mandíbula, recordando cómo le había desobedecido, y sintió una punzada de enojo.