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Niki suspiró por quinta vez, sintiendo el peso del bullicio de la fiesta aplastarlo lentamente. A su alrededor, las risas y las voces animadas se mezclaban con la música, creando un ambiente que debería haber sido divertido, pero que en su mente solo era ruido. El calor y la cercanía de tantos cuerpos le hacían sentir como si el aire se estuviera volviendo cada vez más espeso, más difícil de respirar. Finalmente, decidió alejarse, sus pasos guiados por una necesidad silenciosa pero urgente de escapar, de encontrar un lugar donde pudiera pensar con claridad.

Al llegar a la orilla, la brisa nocturna lo envolvió con una suave caricia, como si la naturaleza intentara aliviar su ansiedad. Dejó escapar un suspiro más profundo, tratando de liberar el nudo de tensión que sentía en el pecho. Fue entonces cuando vio una silueta solitaria, perfilada contra la tenue luz de la luna: Sunoo. El chico de cabello rubio, que siempre parecía estar a kilómetros de distancia, incluso cuando estaban en la misma habitación. Niki no podía evitar sentirse intrigado, y al mismo tiempo molesto por la forma en que Sunoo lo ignoraba constantemente, como si fuera una sombra más en el fondo de su vida.

Sin pensarlo demasiado, Niki comenzó a caminar hacia él, su corazón latiendo más rápido con cada paso. La simple idea de hablar con Sunoo le parecía una hazaña titánica, como si estuviera a punto de cruzar una línea invisible que nunca antes se había atrevido a traspasar. Sunoo estaba tendido en la arena, sus ojos cerrados, aparentemente disfrutando de la fría superficie bajo él, ajeno a todo lo demás. Pero cuando Niki se acercó lo suficiente, el crujido de la arena bajo sus pies hizo que Sunoo se incorporara, sus ojos se abrieron y su mirada gélida se clavó en él como un dardo.

—Eh... Yo... —Niki intentó hablar, pero las palabras se le atragantaron en la garganta. El rostro de Sunoo, tan impasible, tan cerrado, lo hacía sentir vulnerable, como si cada palabra que dijera pudiera ser juzgada y descartada sin más.

—¿Sí? —Dijo Sunoo, su voz baja y cortante, como si la simple presencia de Niki fuera una molestia que preferiría no soportar. Sus ojos lo examinaron, fríos y calculadores, como si ya hubiera decidido que no valía la pena escucharlo.

Niki tragó saliva, sintiendo cómo el calor subía por su cuello y se instalaba en sus mejillas. Nunca antes había sentido tanta presión por decir algo correcto, algo que no lo hiciera quedar en ridículo.

—Solo... Quería saber si estabas bien —balbuceó, odiando cómo sonaba su propia voz: débil, insegura. Pero esa era la verdad. Se preocupaba, aunque no pudiera explicarse exactamente por qué.

Sunoo lo observó por un momento, y por un breve segundo, Niki pensó ver una sombra de sorpresa en sus ojos, pero fue tan rápida que podría haber sido una ilusión.

—Estoy bien —respondió Sunoo, su tono firme, casi despectivo—. Y no es asunto tuyo.

Las palabras cayeron como una losa sobre Niki. Sabía que había sido una posibilidad, pero no dejó de doler. Estaba allí, tratando de tender un puente, aunque fuera pequeño, y Sunoo lo había derribado sin dudarlo. Por un momento, Niki sintió una punzada de humillación mezclada con tristeza, una sensación de vacío que no sabía cómo llenar. ¿Qué esperaba, realmente?

De pronto, la voz de Park lo arrancó de sus pensamientos, como un eco lejano que se hacía más claro a medida que volvía al presente.

—¡Nishimura! —Jay, con su cabello oscuro desordenado por la brisa, lo llamaba desde una distancia prudente, gesticulando para que se uniera a él. Niki vaciló un momento, echando un último vistazo a Sunoo, quien ya había vuelto a recostarse, como si nada de lo que hubiera pasado hubiera tenido importancia.

—Te están buscando adentro —dijo Jay cuando Niki finalmente se acercó, ofreciéndole un vaso de alcohol—. Sunghoon quiere competir contigo.

Niki suspiró, agradecido por la interrupción, aunque la molestia persistía como una sombra al borde de su mente. Tomó el vaso y bebió un sorbo, el líquido cálido bajando por su garganta, pero no lo suficiente para calmar las emociones que lo agitaban.

—Jay —llamó Niki, rompiendo el silencio mientras volvían hacia el salón principal—, ¿conoces a mi compañero de cuarto?

Jay lo miró de reojo, frunciendo el ceño como si intentara recordar algo importante.

—¿Compañero de cuarto? —repitió, su mente buscando conexiones—. Ah, hablas de Kim Sunoo, ¿verdad? Casi olvido que compartían cuarto. Nunca hemos hablado mucho. ¿Por qué preguntas?

Niki bebió otro sorbo, intentando mantener la calma, pero las emociones seguían agitadas dentro de él. Bajó la vista hacia su vaso, observando cómo el líquido se movía lentamente.

—Es que... siempre parece tan... distante.

Jay lo observó con una ceja levantada, sus ojos reflejando curiosidad y algo más, quizás preocupación.

—¿Te interesa él? —preguntó, su tono ligero, pero había una seriedad subyacente en su mirada, como si intentara medir el alcance de la pregunta.

Niki se encogió de hombros, una sonrisa torcida asomando en sus labios, aunque no llegó a iluminar sus ojos.

—No. Es difícil de explicar...

Jay dejó escapar una risa baja y le dio una palmada en la espalda, un gesto tanto de camaradería como de advertencia.

—Buena suerte con eso, amigo.

Niki asintió, sintiendo que había entrado en un terreno desconocido, uno del que no estaba seguro si podría salir.

Kim Sunoo..., repitió en su mente, como si pronunciar su nombre en silencio pudiera desvelar algún secreto oculto. La curiosidad se mezclaba con algo más profundo, algo que Niki no estaba listo para nombrar, pero que sabía que no desaparecería pronto.

Al entrar al salón, el ruido y la energía de la fiesta los envolvieron de nuevo, pero esta vez Niki se sintió más desconectado que antes, como si su mente estuviera en otro lugar. Sunghoon, con su sonrisa despreocupada, se acercó con una bandeja llena de vasos pequeños, el tequila resplandeciendo bajo las luces.

—¡Vamos, Niki! —gritó Sunghoon, levantando un vaso en alto—. ¡Ronda de shots para celebrar!

Niki forzó una sonrisa, tratando de dejar sus pensamientos de lado, al menos por un momento. Tomó uno de los vasos y lo alzó junto con los demás, el calor de la bebida prometiendo una distracción momentánea de los sentimientos que lo abrumaban.

—¡Salud! —gritaron al unísono, vaciando los vasos de un solo trago. El líquido ardiente bajó por la garganta de Niki, y por un instante, el calor lo invadió, disipando la niebla de sus preocupaciones.

Pero en el fondo, sabía que no podría evitar pensar en Sunoo por mucho tiempo.

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Nuevo fic Sunki.

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