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Colocando el cigarro entre sus labios, Niki encendió el tabaco con una cerilla temblorosa que chisporroteó brevemente antes de apagarse. El primer golpe de humo se deslizó por su garganta, y él exhaló lentamente, dejando que la bruma grisácea se disipara en el aire helado. Miró al suelo, donde las hojas secas crujían bajo el peso del viento. La llegada del invierno parecía simbolizar más que solo el cambio estacional para él; era un recordatorio constante de su estancamiento personal. Aunque sus padres le elogiaban y sus amigos estaban cerca, Niki sentía un vacío profundo e implacable en su interior. La sensación de estar atrapado, de no avanzar, era casi física, como una niebla densa que no se disipaba.

El rincón de la ciudad donde se encontraba estaba envuelto en una calma inquietante. Las farolas, con su luz anaranjada y temblorosa, proyectaban sombras largas que se movían como fantasmas en la acera. El aroma del cigarro se mezclaba con la humedad del suelo, creando una atmósfera opresiva y melancólica. El viento frío se colaba por los rincones, intensificando la sensación de soledad que Niki sentía con cada inhalación.

De repente, la voz de Sunoo, distorsionada por la distancia y la penumbra, llegó a sus oídos. La conversación se filtraba a través del callejón oscuro, acompañada por el débil resplandor de un teléfono móvil y la luz de otro cigarro. La urgencia en la voz de Sunoo y su risa forzada rompieron la quietud de la noche, añadiendo un matiz de desesperanza a la atmósfera.

—Jake, lo siento por la tardanza. Estaré aquí un poco más. —La voz de Sunoo sonaba cansada, casi resignada. — ¿Vendrás en dos días? Lo necesito. No puedo enfrentar este otoño sin ti. —La risa ligera que siguió parecía una burla cruel al anhelo de conexión.

Sunoo, al girar para irse, se detuvo al ver la figura robusta de Niki en la penumbra. El humo del cigarro se enredaba en el aire frío, y Sunoo, sintiendo la incomodidad de la situación, notó que Niki parecía atrapado en una burbuja de malestar. La sonrisa torcida de Niki, al verlo de reojo, era un reflejo de su propio conflicto interno. Sunoo tragó en seco, murmurando algo al teléfono antes de colgar con un clic seco.

Niki se acercó a Sunoo con un paso vacilante, su presencia rompiendo el silencio que envolvía la escena.

—Sunoo, ¿te importaría quedarte un poco más? —La voz de Niki era un susurro que buscaba romper la barrera de la distancia emocional. — No muerdo, realmente. Si quieres, puedes seguir fumando.

Sunoo vaciló antes de acercarse a la farola. La luz anaranjada ofrecía un pequeño refugio del frío, pero no podía evitar sentir una creciente incomodidad. Encendió otro cigarro, el calor del encendedor aliviando brevemente el frío en sus manos. Observó a Niki, que seguía absorto en su teléfono, sujetando el cigarro con una atención que parecía estar en conflicto con el desasosiego que irradiaba. Niki finalmente apartó el cigarro, y sus ojos se encontraron con los de Sunoo, que miraban al suelo como si buscara una salida.

—No sabía que trabajabas aquí —comentó Niki, intentando establecer una conversación. Su tono era suave, casi temeroso de que cualquier palabra equivocada podría romper el frágil equilibrio entre ellos. Observó la espalda de Sunoo, que se mantenía rígida y distante.

—Sí, aquí estoy —respondió Sunoo con frialdad, su voz mezclada con el susurro del viento. — El frío es difícil de soportar, pero es lo que hay.

—Entiendo —dijo Niki, intentando suavizar el ambiente. — Entonces... ¿te molestaría si me quedo aquí contigo? No quiero ser un estorbo.

Sunoo sintió el aliento de Niki en su oreja, el perfume pesado y penetrante llenando sus sentidos. La proximidad de Niki era una invasión inesperada, y Sunoo no comprendía por qué estaba intentando acercarse. A pesar de la incomodidad, había algo en la presencia de Niki que lo inquietaba y desconcertaba.

—Tu nariz está roja. ¿Te molesta el frío? —comentó Niki con una sonrisa tentativa, tratando de ofrecer una pequeña muestra de empatía. La tensión en el aire era palpable, y Sunoo, sintiendo el peso de la conversación, encendió otro cigarro, el humo rodeándolo en una nube de evasión.

—¿No te parece que la noche es bonita? —preguntó Niki, su voz temblando ligeramente mientras intentaba captar la mirada de Sunoo. Sunoo lo ignoró, su malestar claramente visible. Niki, a pesar de su incomodidad, no podía ocultar la alegría que sentía al estar cerca de Sunoo. La presencia de Sunoo era un contraste notable a la soledad que Niki había sentido, y notó la piel enrojecida y agrietada de Sunoo, el frío dejándole marcas visibles. Una risa nerviosa escapó de Niki, la cual él mismo encontró difícil de controlar.

Sunoo se giró de golpe, frunciendo el entrecejo en una mezcla de confusión y frustración. Sus miradas se encontraron en un momento cargado de tensión, y Niki se sonrojó, desviando la vista en un intento de recuperar su compostura. El silencio entre ellos se volvió denso, y ni Sunoo ni Niki sabían cómo continuar.

—Niki —susurró Sunoo, su voz cargada de una mezcla de cansancio y curiosidad—. ¿Por qué sigues aquí?

La pregunta sorprendió a Niki, dejándolo desconcertado y sin palabras. La sinceridad en la pregunta parecía desafiar la lógica de su presencia. Niki no podía entender por qué se sentía tan compelido a quedarse, y su propia respuesta lo asustaba.

—Porque si me voy, temo que no volvería a tener la oportunidad de hablar contigo —admitió Niki, su voz temblando mientras su mirada se mantenía fija en Sunoo.

Sunoo abrió los ojos de par en par, su mente luchando por procesar la sorpresa. La sinceridad de Niki, a pesar de la incomodidad, provocaba una sensación cálida y perturbadora en su interior. Cerró los ojos con fuerza, mordiendo sus labios para mantener el control.

—Prefiero fumar solo —dijo Sunoo, dejando caer las cenizas del cigarro al suelo con un movimiento decidido. Metió las manos en los bolsillos, preparándose para irse. — Me voy.

𝘚𝘛𝘙𝘈𝘕𝘎𝘌R 𝘓𝘖𝘝𝘌 ❤️ SUNKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora