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La noche avanzaba lentamente, envolviendo el campus en un manto de oscuridad y tranquilidad. Uno a uno, los amigos comenzaron a retirarse a sus habitaciones, dejando a Niki solo con sus pensamientos. Se quedó un rato más, contemplando las estrellas a través de la ventana de su dormitorio, buscando en el vasto cielo nocturno respuestas a sus inquietudes. Las estrellas, como Sunoo, guardaban sus secretos celosamente. Niki sonrió amargamente por la ironía de su pensamiento antes de decidirse a salir. Necesitaba un respiro, un momento de soledad que a veces el simple acto de comprar cigarrillos podía proporcionarle. No fumaba a menudo, pero el estrés y la ansiedad lo mantenían despierto por las noches, y esta noche no era la excepción.

Mientras bajaba hacia la tienda de convivencia, una brisa ligera le acarició el rostro. El aire fresco era un alivio momentáneo a sus pensamientos tumultuosos. Al pasar cerca de un viejo árbol, vio dos siluetas sentadas en un banco: Sunoo y Heeseung, a quien conocía solo de vista. Niki frunció el ceño, sorprendido por la escena, y decidió acercarse con cautela para escuchar su conversación, guiado por una mezcla de curiosidad y preocupación.

Sunoo estaba reclinado en el respaldo del banco, sus ojos cerrados mientras el humo de su cigarrillo se elevaba lentamente hacia el cielo. A su lado, Heeseung, con una cerveza en una mano y el teléfono en la otra, parecía inmerso en sus propios pensamientos.

—¿Para qué me llamaste, Hee? —preguntó Sunoo, su voz era suave pero cargada de una ligera melancolía mientras daba una calada al cigarrillo.

—Solo para pasar un rato contigo —respondió Heeseung, su sonrisa sincera era una pequeña chispa de alegría en la oscuridad de la noche—. Quería tomar un descanso de todo lo que ha estado pasando.

Sunoo lo miró con escepticismo, con una ceja alzada en señal de duda.

—¿De verdad? ¿No hay algo más detrás de esto? —Su mirada revelaba una mezcla de preocupación y curiosidad.

Heeseung se echó a reír, pero su risa era algo triste, casi como un desahogo.

—Tienes razón. —Se quedó en silencio un momento antes de hablar—. Mis padres siguen pidiéndome dinero, y sé que solo lo usan para apostar. Me duele pensar en eso, pero no puedo hacer mucho desde aquí.

Sunoo lo miró con una mezcla de comprensión y frustración. Sabía cuánto le costaba a Heeseung mantener su vida en orden mientras lidiaba con los problemas familiares a la distancia.

—No les des más dinero —dijo Sunoo, su voz era firme pero cargada de empatía—. Trabajas duro, Heeseung. Eres el mejor en tu universidad y mereces disfrutar de los frutos de tu esfuerzo. No deberías tener que cargar con sus errores.

Heeseung asintió lentamente, el peso de su tristeza visible en sus ojos.

—Lo sé… —murmuró—. No lo hago por mí. Lo hago por mi hermana. Ella sigue viviendo con ellos, y tuve que venir tan lejos para seguir con mis sueños. Es difícil no poder hacer más por ella.

Sunoo tomó un trago de cerveza, sintiendo una punzada de tristeza por su amigo. Aunque entendía el dolor de Heeseung, se sentía impotente ante la magnitud de su situación. La conexión entre ellos era un refugio temporal, un momento de entendimiento en medio de sus propias preocupaciones.

—Entiendo lo que dices —dijo Sunoo—. Pero a veces tienes que pensar en ti mismo también. No puedes ayudar a los demás si te agotas en el proceso.

Heeseung suspiró, mirando la botella de cerveza en su mano.

—Es difícil, Sunoo. Me siento atrapado entre lo que quiero hacer y lo que siento que debo hacer.

Sunoo asintió, comprendiendo el conflicto interno de su amigo.

—Lo importante es encontrar un equilibrio —dijo—. No puedes cargar con todo el peso del mundo, solo hacer lo mejor que puedas.

𝘚𝘛𝘙𝘈𝘕𝘎𝘌R 𝘓𝘖𝘝𝘌 ❤️ SUNKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora