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—¡Una semana entera! —exclamó Sunghoon, casi escupiendo las palabras, inclinándose sobre la mesa del comedor. Su rostro estaba enrojecido por la frustración acumulada, mientras sus manos se aferraban al borde de la mesa, como si con eso pudiera contener el torbellino de emociones que lo invadía.

La cafetería universitaria bullía con el sonido de conversaciones superpuestas, pero en ese rincón, el grupo había logrado crear una burbuja de aislamiento. Estaban todos reunidos, incluidos Heeseung y Kai, quienes se habían sumado al grupo en el último momento. Las bandejas vacías y los vasos a medio terminar eran testigos de una comida que había comenzado con risas y bromas, pero que ahora se teñía de una tensión apenas contenida. Jay, como siempre, se limitaba a asentir a cada comentario, su mirada perdida en un punto indefinido más allá de la conversación. Para Niki, esta escena era ya una rutina, algo a lo que se había acostumbrado sin cuestionar.

—Qué horror —murmuró Kai, con una mueca de desagrado, pasando una mano por sus labios resecos—. El otoño siempre me juega en contra. No soporto cuando mis labios se parten.

Heeseung soltó una carcajada ante la queja de Kai, pero la risa se desvaneció rápidamente cuando sus ojos se posaron en Sunghoon. Lo observaba con detenimiento, tratando de descifrar la marea de emociones que se ocultaban tras ese semblante serio que tanto le fascinaba. Cada vez que sus miradas se cruzaban, un torbellino de mariposas se agitaba en su estómago, haciéndolo sentir como un adolescente inseguro y vulnerable, a merced de un amor que no terminaba de entender.

—¡El otoño es lo mejor! —protestó Sunghoon, casi apuntando a Kai con un dedo, como si con ese gesto quisiera darle mayor peso a sus palabras, como si quisiera aferrarse a algo en medio del caos interno que lo desbordaba.

La conversación siguió su curso, ligera en la superficie pero cargada de subtextos. Heeseung se encontraba, por momentos, perdido en sus pensamientos, sorprendido de cómo había acabado formando parte del círculo social de Sunghoon. Nunca lo había planeado, pero allí estaba, rodeado de personas con las que, en otro contexto, tal vez no hubiera cruzado palabra. Sin embargo, la inexpresividad de Jay lo inquietaba. Era como una presencia fantasmal, observando desde la periferia, sin realmente involucrarse. Cuando el timbre sonó, marcando el fin del receso, todos se levantaron con desgana, arrastrando los pies hacia la salida. Fue entonces cuando Heeseung notó cómo Sunghoon evitaba su mirada, desviando los ojos con una rapidez que delataba la tensión que lo consumía.

Sabía que la siguiente clase la tendrían juntos, y eso hacía imposible que Sunghoon pudiera evadirlo por completo. Al verlo desviarse hacia el baño, Heeseung lo siguió sin pensarlo dos veces, un plan formándose rápidamente en su mente.

Dentro del baño, Sunghoon se lavaba las manos con movimientos mecánicos, su mirada fija en el espejo, buscando respuestas en su propio reflejo. Pero no había respuestas ahí, solo más dudas. De repente, sintió unos brazos rodearlo por la cintura, y el cálido aliento de Heeseung contra su nuca.

—Deja de huir de mí —murmuró Heeseung, abrazándolo con fuerza, como si temiera que Sunghoon pudiera desvanecerse en cualquier momento. Su voz estaba cargada de una mezcla de deseo y miedo, una vulnerabilidad que rara vez dejaba entrever. Sunghoon, acostumbrado a la cercanía de Heeseung, simplemente cerró los ojos, dejándose llevar por el peso de aquel abrazo, sintiendo cómo su propia resistencia se desmoronaba.

—No lo entiendo —susurró Sunghoon, sin atreverse a mirarlo—. Quiero que me gustes... pero no siento nada por ti.

Las palabras de Sunghoon cayeron como una losa sobre Heeseung. Deseó no haberlas escuchado, deseó poder borrarlas, pero ya estaban ahí, entre ellos, como una barrera invisible pero insalvable. En lugar de soltarse, lo abrazó más fuerte, como si con ese gesto pudiera mantenerlo a su lado un poco más, como si pudiera evitar que esas palabras marcaran el fin de algo que apenas había comenzado. Habían estado saliendo durante tres semanas, un tiempo breve pero lo suficiente para que Heeseung comenzara a imaginar un futuro juntos. Pero ahora, con cada palabra que Sunghoon decía, ese futuro parecía desvanecerse.

𝘚𝘛𝘙𝘈𝘕𝘎𝘌R 𝘓𝘖𝘝𝘌 ❤️ SUNKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora