14.50

129 14 17
                                    

Dos días atrás

—Mamá, has llamado casi cinco veces hoy —reprochó Niki, una sonrisa esbozada en sus labios. La calidez de la risa de su madre era como un bálsamo para su alma, un recordatorio constante de que, a pesar de las dificultades, siempre había un rincón de su vida donde el amor y la preocupación genuina florecían. La voz de su madre, llena de cariño y una pizca de nostalgia, era una melodía que conseguía suavizar los bordes duros de la vida universitaria.

—Solo quería saber si has estado bien —respondió su madre desde el otro lado de la línea, su tono mezclado con una ligera tristeza que a Niki le resultaba familiar. Le hacía pensar en los sacrificios que su madre había hecho a lo largo de los años, desde aquellas noches en vela ayudándole con las tareas hasta los días en los que, a pesar de estar agotada, le brindaba palabras de aliento—. Aquí es hermoso, me gustaría que algún día vinieras —añadió con un susurro que se mezclaba con la brisa imaginaria de su lugar natal—. ¿Has pensado en lo que te dije?

Niki suspiró, un nudo formándose en su estómago al enfrentar la constante presión sobre su futuro. El presente estaba tan cargado y saturado que pensar en el futuro era como mirar a través de una ventana empañada.

—Mamá, no pienso responderte ahora —dijo Niki, su tono intentando mantenerse ligero mientras esquivaba la pregunta. Internamente, sentía el peso de las expectativas que su madre tenía sobre él—. Pero no importa eso, ¿has comido bien? ¡Mamá, debes mandarme comida extranjera! Escuché que es deliciosa.

—Corazón, te he enviado el dinero para el pago de la universidad y tus gastos del mes. ¿Crees que me olvidé? No, mi amor —la ternura en la voz de su madre lo envolvió como un cálido abrazo, tocando una fibra sensible en su corazón—. Si necesitas más, llámame. Estoy para ti, hijo mío. Ah, ¿cuándo será tu partido de básquetbol? Tu papá dice que pagaría todo para verte en las internacionales.

Niki sintió un leve desasosiego ante la mención del básquetbol. La insistencia de su madre sobre el tema le recordaba la realidad incómoda de que se había saltado entrenamientos para atender compromisos inesperados para el evento de septiembre. El mundo universitario estaba lleno de eventos que siempre parecían superar a sus planes.

—Todavía falta mucho —respondió Niki, su voz un poco más áspera mientras evitaba el tema nuevamente. Sabía que su madre captaba la evasión, pero elegía no insistir—. Pero todo está bien. Los chicos han mejorado.

—Salúdame a Jay, no lo he visto, y a Jungwon —dijo su madre antes de que algunas voces se filtraran en la línea—. Tesoro mío, te dejo. ¿Me imagino que todavía estás en la hora de almuerzo? Come saludable. Si necesitas dinero o algo más, mamá resolverá por ti.

Niki sonrió con ternura. A pesar de la vida ocupada y las responsabilidades que su madre llevaba, siempre se tomaba el tiempo para llamarlo y ofrecer su apoyo incondicional. El pitido de la llamada colgando en su oído lo sacó de sus pensamientos, dándole cuenta de que la conversación había terminado.

Sentado en una escalera, Niki observó el suelo con la mente llena de pensamientos. El apoyo incondicional de su madre le parecía un regalo inmerecido, especialmente considerando las dificultades que habían enfrentado después de que su padre se marchara y dejara muchas deudas. Recordaba las noches en las que su madre se quedaba despierta para consolarlo mientras él lloraba, a veces llegando tarde al trabajo debido a sus desvelos. Ahora, en la etapa cercana a la adultez, sentía una presión abrumadora para construir un futuro prometedor, impulsado por el amor y sacrificio de su madre. Era su forma de corresponder todo lo que ella había hecho por él.

El estudio ocupaba la mayor parte de su tiempo. Se esforzaba al máximo para mantener un buen rendimiento académico y cumplir con sus responsabilidades. Aunque su padre no estaba presente, su padrastro le enviaba dinero regularmente. Aunque apreciaba el apoyo financiero, la falta de una conexión emocional con él le causaba un leve dolor. Sabía que su verdadero hijo vivía en Australia y comprendía la distancia emocional. Sin embargo, el sentimiento de falta de afecto persistía, ya que recibía solo mensajes breves confirmando el envío del dinero.

𝘚𝘛𝘙𝘈𝘕𝘎𝘌R 𝘓𝘖𝘝𝘌 ❤️ SUNKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora