capitulo 15

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Habían pasado 2 semanas desde mi charla con Nabil, no sabiamos nada de su padre y eso me tranquiliza y a la vez no, ya que a saber que estara haciendo.

Y la verdad es que estábamos bien, o eso creo ,no habíamos vuelto a discutir desde entonces, y la mayor parte del tiempo él estaba en el trabajo, así que yo me la pasaba en la sala viendo series y cuando el entraba por la noche yo ya estaba durmiendo.

Había intentado mantener una distancia con Nabil, pero lo que dijo no salía de mi cabeza y no sabía qué hacer.

-Ya he vuelto -dijo Nabil, cerrando la puerta tras de sí.

-¿Qué tal te ha ido? -pregunté, tratando de sonar casual.

-Bien -respondió, dándome un beso en la mejilla.

-Me alegro.

Siempre cuando entra me da besos en la mejilla, al principio me parecía incómodo y me tensaba cada vez que me tocaba pero ya me he acostumbrado y sabía que el no lo iba a dejar de hacer .

-Hoy vendrá mi madre -anunció él.

-Vale -dije, levantándome para ir a la habitación. Desde la semana pasada, todo se había vuelto más tenso. No habíamos hablado del tema; bueno, yo lo había evitado. La verdad es que no sabía lo que sentía por él, era muy confuso, así que prefería no decir nada hasta tener la mente clara.

Esa tarde, decidí hacer un pastel porque venía la madre de Nabil y quería preparar algo especial o eso digo yo cada vez que hago algo que no sean macarrones.

Nabil se había ido, no sabía a dónde, y estaba en casa sola. Metí el pastel al horno y me fui a sentar en el sofá. Estuve distraída con el móvil hasta que el horno sonó y fui a sacar el pastel. Busqué algo para decorarlo y encontré nata y chocolate. Batí todo y lo puse por encima. Luego lo metí en la nevera justo cuando sonó el timbre.

Al abrir la puerta, me encontré con Nabil sonriendo y sosteniendo una caja.

-Hola, rubia -saludó él.

-Hola. ¿Qué es eso? -pregunté, curiosa.

-Es para ti -dijo entrando y yendo a la sala.

Me senté a su lado y me dio la caja. La miré con curiosidad, ya que tenía agujeros. Al abrirla, me quedé boquiabierta.

-¡UN GATO! -grité.

-Lo has despertado, pobre -dijo Nabil, riendo.

Lo cogí en mis manos. Era muy pequeño, y mis ojos se llenaron de lágrimas de alegría, siempre había querido un gato pero nunca me dejaron tener uno.

-Tiene dos semanas. El gato de la amiga de mi madre tuvo crías y me preguntó si quería uno.

-¡Es tan mono!

-Todo tuyo, quesito -dijo, sonriendo.

Me acerqué a Nabil y le di un beso en la mejilla, por primera vez desde que le conozco.

-Gracias -le dije con una sonrisa.

-De nada -respondió él con los ojos abiertos.

-¿Puedo ir mañana a comprarle cosas al gatito?

-Iré contigo -respondió él.

Me levanté y puse al gatito en unas mantas, ya que aún no habíamos comprado su cama.

-¿Has traído comida para el gato?

-Se me olvidó. Después iré a comprarla.

-Pues de paso compramos todo -dije, encaminándome a la cocina para preparar té, ya que su madre estaría llegando pronto.

Fiha kherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora