Capitulo 17

550 19 0
                                    


—Me desperté con la luz que entraba por el gran ventanal de nuestra habitación y unas manos presionándome la cintura. Al girarme, vi que seguía durmiendo. Tenía el pelo revuelto, y era tan mono cuando dormía. No quería despertarlo, así que me levanté lentamente, entré al baño y me duché. Fui al armario y cogí un pijama de los de siempre. No sé por qué Nabil había comprado tantos, pero yo no me voy a quejar. Hoy me puse uno azul corto. Era otoño, pero la calefacción estaba siempre encendida, así que hacía calor. Al acabar, bajé a la cocina.

Saqué los ingredientes para hacer panqueques y me puse manos a la obra. Mientras los ponía en la sartén, preparaba el café con leche para acompañarlos. Al acabar y limpiar los platos, Nabil aún no se había despertado, así que aproveché para prepararles algo especial. Puse cuatro panqueques en dos platos y cogí la nata y los arándanos que había en la nevera, y los llevé a la mesa junto con el café. Justo me senté para esperar a Nabil, y lo vi bajando por las escaleras. Se acababa de duchar y tenía el pelo peor que antes.

—Buenos días —dije con una sonrisa cuando se sentó al lado mío.

—Buenos días —dijo dándome un beso en la comisura de los labios.

Miró a la mesa y se empezó a reír.

—¿Te hago el desayuno y te ríes?

—No es eso —dijo riéndose aún más.

—¿Y qué es? —dije cruzando los brazos.

—Estás muy mal con esa serie que ves —dijo riéndose otra vez.

—Come y calla.

Me estaba muriendo de la vergüenza. Había visto algunos episodios con él, pero no creía que hiciese mucho caso a la serie.

—Va, come, que te quiero llevar a un sitio.

Estaba muy feliz porque por fin iba a salir. Aparte de que salí una vez con Leyla, no he vuelto a salir, y quería ver esta parte de Francia mejor. Yo vivía en Francia, pero en la parte baja, al lado de España, y nunca había viajado aquí. Al recoger, subí arriba y comencé a pensar en algo que ponerme.

Comencé con el skincare y el maquillaje, algo sencillo: corrector, colorete, bronceador, máscara de pestañas y gloss. Me fijé la cara con polvos y me puse un conjunto marrón.

Salí del armario y vi que Nabil ya estaba listo. Llevaba unos pantalones beige cargo y una camiseta blanca.

—Estás preciosa.

—Gracias —dije sin más. Yo nunca he sido cariñosa con nadie, ni con mis padres, ya que me daba vergüenza cualquier cariño que daba o que me daban, y no sabía cómo reaccionar a ese tipo de cumplidos.

Bajamos y fuimos al coche. Era un Mercedes negro, precioso. Nos subimos y estuvimos un rato en silencio hasta que decidí hablar.

—¿Dónde vamos?

—Sorpresa.

—Si tú lo dices.

Miré por la ventana. Estábamos en una carretera vacía, no había ni un solo coche.

—¿Por qué no hay nadie? ¿Me estás secuestrando?

—Puede ser —dijo con su sonrisa de siempre.

Estábamos subiendo la carretera de la montaña hasta llegar a un campo, con un mirador que daba a todo el pueblo y mesas de picnic. Era precioso. Nos bajamos y fuimos a una de las mesas.

—Ahora vuelvo —dijo yendo hacia el coche.

—Okey.

Me quedé mirando las vistas hasta que comenzó a dejar platos de sushi en la mesa.

—¿Te gusta el sushi, no?

—Sí, pero ¿de dónde lo has sacado?

—Cuando te estabas vistiendo, lo he pedido para que lo trajeran.

—¡Gracias! —dije con una sonrisa que no me cabía en la cara.

—¿Por qué siempre dices gracias a todo?

—Porque estoy agradecida —dije sonriendo.

—Eres muy rara.

—Y tú muy mono.

—¿Mono?

—Porque me has traído aquí y con mi comida favorita —dije dándole un beso en la mejilla.

—¿Comemos ya? —dije sentándome en la mesa como si nada , mientras él seguía sorprendido por mi beso.

—Adelante.

Comimos entre risas y anécdotas y nos levantamos a dar una vuelta por el lugar.

—Hubiese sido mejor venir por la tarde, así veríamos el atardecer.

—Algún día venimos —dijo pasando su mano por mi cintura mientras caminábamos.

—¿Volvemos ya al coche? Comienza a hacer aire —dije.

Después de una hora de camino, ya habíamos llegado a casa. Me duché, me puse el pijama y fui a por Coco. Me lo encontré jugando con el mando de la tele. Se lo quité y lo cogí para llevármelo a la sala conmigo. Me encontré a Nabil sentado en el sofá y me tumbé al lado suyo.

—Mira cómo está creciendo Coco —le dije.

—Gracias a ti.

—¿Hoy estás de muy buen humor, no?

—Gracias a ti también.

—Ya está —dije poniéndome roja y levantándome para quitarle el mando y quitar el fútbol.

—Voy a poner mi serie —dije feliz.

—Otra vez nooo —dijo poniendo cara de asustado.

—Síii.

La puse y me tumbé otra vez para seguir por donde íbamos el otro día.

—¿Pero cuándo saldrán de ahí? —dice Nabil.

—Hassss vistoooo , te está gustando.

—Sin más  —dice él.

—Pues no sé, estoy viendo lo mismo que tú.

—Creía que ya te la habías visto más de cuatro veces con lo obsesionada que estás.

—Es la primera, así que calla, que no escucho.

Vimos un episodio mientras yo acariciaba a Coco y Nabil me hacía trenzas o a saber qué en el pelo.

—No he hecho nada de comer —dije levantándome.

—No pasa nada, pido algo.

—No, no, vamos a coger obesidad si seguimos así.

—¿Y qué piensas hacer?

—Haré una ensalada de verduras.

—Te ayudo.

Qué mono era, por favor. Estuvimos poniendo las verduras a hervir y luego pusimos todo en un plato con las salsas y lo llevamos para comer. Le puse la comida a Coco y comimos mientras veíamos la serie.

Después de cenar, limpiamos juntos la cocina y llevamos los platos a la mesa de la sala para seguir disfrutando de nuestra serie. Coco se acomodó entre nosotros, ronroneando contento. Nabil seguía sorprendiéndome con su interés por la serie.

—Sabes, nunca pensé que terminaría viendo esto contigo —dije, sonriendo.

—¿Por qué no? —respondió él—. Es interesante, y tú pareces disfrutarlo mucho. Me gusta verte feliz.

—Gracias —dije, recostándome más cerca de él.

Fiha kherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora