\CAP.11/

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Moon Byeol



El día había sido extremadamente estresante, y el episodio en el departamento de Ventas con Choi solo había empeorado las cosas. No podía creer que hombres como él aún trabajaran en la empresa, y me asombraba aún más que nadie se hubiera quejado antes de su comportamiento. Pero hoy, iba a asegurarme de que esto cambiara.

Tomé el último sorbo de mi café, dejando que la amarga calidez me despejara la mente, y me dirigí a mi oficina. La rutina diaria ofrecía una breve pero bien recibida sensación de control en medio del caos. Me sumergí en los informes y documentos, tratando de mantener mi enfoque, pero mi mente seguía volviendo a Choi y su actitud despectiva.

Miré el reloj: eran casi las doce del medio día y Choi aún no se había presentado. Una chispa de irritación se encendió en mí. ¿Acaso pensaba desafiar mi autoridad?

—¡Jungkook, ven por favor! —llamé, alzando un poco la voz para asegurarme de que me escuchara desde su oficina contigua. En cuestión de segundos, apareció frente a mí, su rostro como siempre, impasible y profesional.

—¿Sí, presidenta? —preguntó, su voz suave y formal.

—Llama a Choi y dile que venga de inmediato a mi oficina —le ordené, sin espacio para la discusión. Jungkook asintió con una breve inclinación y se retiró para cumplir la tarea. Mientras tanto, continué trabajando, revisando los últimos detalles para la junta que tendría esa tarde. 

Unos minutos más tarde, Jungkook regresó y me informó:

—Presidenta, me dijeron que el señor Choi está en camino y llegará en breve.

—Bien. ¿Tienes todo listo para la tarde? —pregunté, levantando brevemente la vista de mis documentos.

—Sí, todo está preparado —respondió con la misma eficiencia de siempre. Asentí en señal de aprobación justo cuando se escucharon tres golpes firmes en la puerta.

—¡Adelante! —dije, y la figura de Choi apareció en el umbral. Entró con un aire de temor evidente, muy diferente de la arrogancia que había mostrado el día anterior. La tensión en su rostro era palpable, y sus ojos evitaban encontrarse con los míos.

—Buenos días, presidenta —saludó, haciendo una reverencia rápida y poco cordial. Le señalé que tomara asiento frente a mi escritorio.

Choi se sentó con una rigidez que delataba su incomodidad. El silencio que siguió fue denso y opresivo, interrumpido solo por el zumbido de la computadora y el suave tictac del reloj de pared. Quería que sintiera el peso de su falta de respeto y de su intento de desafío a mi autoridad.

—Señor Choi, noto que ha llegado tarde a nuestra cita de esta mañana —comencé, manteniendo mi tono firme y profesional. Él se removió en su asiento, evitando mi mirada.

—Lo lamento, presidenta. Tuve algunos asuntos personales que atender y me retrasé —respondió, tratando de sonar convincente, pero sus palabras carecían de verdadera sustancia.

—Entiendo que todos tenemos asuntos personales, pero aquí estamos para trabajar y cumplir con nuestras responsabilidades —continué, sin ceder un ápice de mi postura—. Ayer le pedí que se presentara aquí en la mañana, y no cumplió con esa simple instrucción. ¿Puede explicarme por qué?

Choi pareció encogerse aún más en su asiento, consciente de que su excusa no sería suficiente.

—Presidenta, le aseguro que no fue mi intención faltar a su solicitud —dijo, su voz apenas un susurro. Miró alrededor de la oficina como buscando apoyo, pero no encontró nada que pudiera salvarlo de la reprimenda que sabía que vendría.

CONSEQUENCES - JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora