\CAP.36/

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Jeon Jungkook


—¡Ya deja de beber así! —exclamó mi mejor amigo mientras me quitaba la botella—. ¡Mira cómo estás! Tu madre se enfadará mucho si te ve en este estado.

—Tae... ¿crees que ella me odie? —le pregunté mientras me ayudaba a levantarme del sofá, 

pasando mi brazo izquierdo por sus hombros.

—Sí, ella probablemente desee tu muerte. Lo que hiciste fue una estupidez —respondió Tae con franqueza.

—¿Crees que algún día me perdonará? —pregunté con desesperación en la voz, buscando algún consuelo en la mirada de Tae.

—No lo sé, Jungkook —respondió Tae con un suspiro, quitándome la botella de las manos—. Pero ya no te lastimes más así. Se suponía que la odiabas también...

—Pues ya no la odio —dije, dejando escapar una sonrisa al recordarla—. Ella era tan dulce y amable conmigo... que no pude seguir odiándola.

—Sí, ya lo sé. Me lo has repetido millones de veces —contestó Tae, ayudándome a levantarme de la silla del bar—. Pero necesitas dejar de castigarte.

—¡Soy una mala persona! —grité con dolor, sintiendo el peso de mis acciones.

—No, Jungkook, no lo eres —insistió Tae, intentando calmarme.

—¡Sí lo soy! Jamás debí hacerle eso... No debí buscar vengarme de ella —renegué, tambaleándome hasta caer al suelo.

—¡Jungkook! —exclamó Tae, apresurándose a levantarme. Yo, sin embargo, giré mi cuerpo boca arriba, mirando el cielo estrellado con una sonrisa melancólica.

—Ahí está... Mira, Tae, ella es hermosa como las estrellas, como su nombre —señalé al cielo que estaba cubierto por estrellas tan brillantes como ella, sintiendo una lágrima rodar por mi mejilla.

—Vamos, hermano, te llevaré a mi casa. Tu madre no debe verte en este estado —dijo Tae con firmeza, levantándome a pesar de mi resistencia.

—Pero Tae, no entiendes... Ella me odia y todo por mi estupidez...fui muy cruel —murmuré mientras él me apoyaba en sus hombros, llevándome de camino a su casa.

—Entiendo más de lo que crees, Jungkook. Pero castigarte así no va hacer que ella deje de odiarte, ni te hará sentir mejor. Tienes que encontrar una manera de perdonarte a ti mismo —respondió Tae con suavidad.-

El dolor punzante en mi cabeza me obligó a despertarme, recordándome que no estaba en mi habitación, sino en la de Tae. Me levanté con dificultad, sintiendo el peso de la resaca en cada movimiento, y me dirigí al baño con pasos aún tambaleantes. Abrí el grifo y dejé que el agua helada corriera sobre mis manos antes de salpicar mi rostro. El frío penetrante me ayudó a despejarme un poco, pero no lo suficiente para olvidar el caos de los últimos días.

Estos días habían sido casi idénticos, un ciclo interminable de autodestrucción y remordimiento. Nunca había recurrido al alcohol para apaciguar la culpa y el dolor que sentía en mi corazón, pero ahora parecía ser mi único refugio. Sin embargo, ni siquiera yo entendía por qué seguía haciéndolo, sabiendo que el alivio que encontraba era solo momentáneo. Cada vez que la embriaguez se desvanecía, el dolor volvía con más fuerza, como una tormenta implacable que se negaba a cesar.

Apoyé las manos en el borde del lavabo y me miré en el espejo. Mis ojos reflejaban la tristeza y la confusión que sentía. Suspiré, tratando de encontrar alguna claridad en medio de mi tormento. Sabía que debía encontrar una forma de salir de este círculo vicioso, pero cada intento parecía condenarme a repetir los mismos errores.

CONSEQUENCES - JK +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora