Capítulo 22:

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Muerte voluntaria:

Agente Kurt:

La risa gélida que envolvía el lugar con un aura enigmática, resonaba en mi cabeza, tamborileando, dando su propio show orquestal en mi cavidad timpánica. El olor húmedo que se aspiraba en aquel sitio me hacía respingar la nariz y estornudar más de una vez.
Con la única intención de divisar el paisaje que me atrapaba, abrí mis ojos, tomándome todo el tiempo del mundo para enfocar la escena a mi alrededor. Una vez que mis ojos lograron captar la imagen, me dió la bienvenida una habitación empolvada, amueblada con piezas de cedro, del mismo material de la silla que esta vez me hacía prisionero. Fui consciente de las ataduras de mis manos, torso y pies; también como había sido despojado de mi chaleco antibalas y botas de combate, dejando relucir mis calcetines de distinto color.
Respiré mientras agitaba mi cuerpo con desesperación, en un intento fallido por liberarme.

—Me alegra que estés despierto. — se escuchó decir a alguien, pero, por más que intentase, no lograba captarlo en mi campo de visión.

— ¡Sé que eres tú, da la maldita cara! — exclamé, removiendo mis brazos, logrando solo que mis muñecas dolieran.

— Por supuesto que soy yo, agente. — rió nuevamente, colocando una mano sobre mis hombros y saliendo de entre las sombras detrás de mí - soy Jayden Clifton, su "Rey de la Locura" soy el responsable de torturar, violar y asesinar a más de una docena de chicas, soy el mismo que se deshizo de la sobrina de Bekh cuando quizo chantajear a mis hermanos. Soy ese que tiene los miembros restantes de esas chicas que tuvo que enterrar sin sus mejores y más bonitos rasgos particulares.

De entre las sombras surgía un joven que probablemente tendría la misma edad que yo, con una mirada pícara y la sonrisa juguetona crepitando al borde de sus labios; de complexión esbelta y cabellera color plata, tenía ante mí al principal enemigo de Winersfield, tan tranquilo como el mar del Pacífico, haciendo girar entre su dedo índice y anular una navaja suiza.

— ¡Al fin te encuentro, hijo de puta! — grité — solo espera a que logre salirme de estas cuerdas.

— El chiste es, querido agente — envolvía sus palabras en tanto daba unos pasos a mi alrededor — que no saldrás de esta para contarlo. — rió.

— Estás delirante, dijiste que resolveríamos esto cara a cara.

Se colocó frente a mí, con su cara a centímetros de la mía, dejándome observar de cerca los ojos verdes que vi en la foto de difusión de muerte.

— Estamos cara a cara, mas no en igualdad de condiciones. — se encogió de hombros y recuperó su postura erguida.

— Si me sueltas podré mostrarte el verdadero significado de barrer el piso con tu rostro.

— Excitante — tanteó su mano con el dedo índice— pero no, estoy hasta los huevos de tí.

— Quizá por que descubrí tu paradero y tu identidad — alcé una ceja, burlezco- en mi país le llamamos a esos: cobardes.

— Quizás — concedió recostándose en un mueble tras de sí — pero en el remoto caso de que te liberase, no tienes forma de ganar, somos cuatro contra uno.

Mi desconcierto se hizo evidente al ver llegar a tres personas nuevas a la sala, sin saber de dónde habían salido, supe reconocerlos al instante.

— Te presento a mis hermanos — sonrió Jayden— este es Jander, aunque ustedes lo conocen como el caballo ¿o me equivoco? Te recuerdo que estuviste en su casa, hablaste con su hermana y lo dejaste ir a él, tan relajado, ese día se dirigía a limpiar la escena del crimen de Lilián. ¿Es así como se llamaba la señorita entrometida? — arrugó el ceño por unos segundos y exclamó — ¡Por supuesto, aún conservo sus manos!

El Rey de la Locura [Insanity #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora