Capítulo 24:

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Conejillo de indias

Alexa Figueroa:

— ¿Por qué estás haciendo esto?

Resonó el eco de mi voz por el pequeño lugar haciendo arrugar el ceño de Evans , quien me veía con aburrimiento desde su lugar, recostado al cristal de la ducha que me acogía.
Estábamos en el cuarto de baño de los Clifton, un lugar poco más amplio que la habitación donde estuve encerrada hasta hace unas horas. Decorado de un modo muy minimalista, blanco con lo que podría ser tintura roja y la huella de una mano en una de las paredes.

—Necesitas bañarte, Bambi — aseguró frunciendo el ceño— hueles a culo.

— ¿Siempre eres así de romántico?

— Cuando no estoy exponiendo un cuerpo, me gusta leer poesía de este tipo.

—¿Del tipo que enamora ciegamente a una estúpida? — interrogué con un pie en la ducha y el otro a punto de entrar.

—Eso ya lo has dicho tú — se encogió de hombros.

Exhausto y con un leve suspiró de resignación, Evans fue rodando su espalda por el cristal que lo sostenía hasta llegar al suelo y tirar su cabeza hacia atrás. Cerrando los ojos en el acto, se limitó a estar unos segundos en silencio, un silencio que resultó reconfortante, dando el tiempo suficiente a que entrara en la ducha sin siquiera quitarme un calcetín.

—¿Piensas ducharte con ese polo gigante? — preguntó en un lamentable susurro, volteando la mirada unos segundos para verme.

—No creerás que me voy a desvestir frente a tí  ¿O sí?

Evans suspiró una última vez antes de ponerse en pie, en un impulso, haciéndome sentir pequeña por un segundo, acercándose a mí sin ninguna prisa, más bien, parecía obstinado: —Te quitaré la ropa yo mismo —aseguró— llevas muchos días sin ver agua y no confío en que puedas sacarte el mal olor de una vez tu sola.

—Esa es la verdadera forma de conquistar a una chica, lo demás es pura patraña.

Estaba demasiado cansada para rebatir su comentario con una aún más mordaz, pero, todo lo que hice fue argumentar algo sarcástico mientras quitaba mis calcetines, perdiendo el equilibrio en el proceso y apoyándome de la pared para no caer de bruces al suelo.

— ¿Crees acaso que quiero verte desnuda? — rió divertido, sacando su camisa por encima de sus hombros y tirándola en el suelo junto a las botas que no había notado que había dejado de lado.

— Subestimas mi cuerpo, pero, la verdadera pregunta aquí es, ¿Por qué cojones te estás sacando la ropa tú? —pregunté alarmada.

— Voy a ducharme también. — se encogió de hombros como si todo aquello fuera algo extremadamente normal.

—¿Tienes que hacerlo conmigo? —exclamé aquella pregunta tan fuerte que sentí mi garganta arder.

—No te creas importante, Bambi. La hermandad Insanity es justo eso, una hermandad, no follamos entre nosotros.

Con el paso del tiempo, conviviendo con los Clifton, podía asegurar varias cosas: número uno, Jander era el ser más observador que conocía, no dejaba ningún detalle al azar y recordaba con facilidad los rostros de personas con las que sólo había interactuado una vez. Número dos, Hans era el favorito de todos ellos, todos se habían estancado en el tiempo y la etapa de niños donde Hans era sólo eso, un niño. Número tres y no menos importante, a Evans todo lo relacionado con tendencias sexuales o afectivas le daba exactamente lo mismo, no lo perturbaba ver algún cuerpo desnudo e incluso besar a una chica en los columpios de un parque bajo la luz de la Luna. Evans era simplemente capaz de ignorar a una chica semi desnuda en su baño sin remordimientos de ningún tipo.

El Rey de la Locura [Insanity #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora